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jueves, 28 de agosto de 2008

movimientos religiosos que afectaron a Inglaterra durante el período moderno

Movimiento Moderno de Misiones Foráneas.— La momentánea victoria de Inglaterra sobre Francia en 1763 envió un torbellino de ex­ploradores a encontrar nuevas playas tocadas por el océano ahora con­trolado por Inglaterra; hombres como el comodoro Bryon, el capitán Wallis, y el capitán Cook entre 1764 y 1768. La predicación a campo raso de Wesley y Whitfield hasta cierto punto había divorciado el evangelio de los edificios y había movido a compasión los corazones de los cristianos por los que no tenían salvación. Hombres como David Brainerd en América estaban buscando a los indios para Cristo. Le tocaba a Guillermo Carey, un joven zapatero remendón bautista, inaugurar y ejemplificar el moderno movimiento misionero foráneo. En 1792 se formó una sociedad bautista para misiones foráneas. Carey y otros fueron enviados a la India. Inspirados por Carey, los ingleses in­dependientes y la Iglesia de Inglaterra organizaron sociedades misio­neras foráneas. En los siguientes dos siglos casi cada sección del mun­do habitado recibió misioneros de todas partes del cristianismo inglés.

El Avivamiento Religioso y los Movimientos Humanitarios. — Los fuegos del avivamiento, disminuidos durante las guerras con las co­lonias americanas y con Francia, ardieron brillantemente por un bre­ve tiempo después de la derrota de Napoleón en 1814. El fin de varias; guerras agotadoras con peligro de invasiones inminentes fue marcado con el genuino reconocimiento de bendiciones divinas. Como suce­dió un siglo antes, un avivamiento en los Estados Unidos precedió el énfasis espiritual en Bretaña. De hecho, el alcance y los efectos del avi­vamiento en América en los primeros años del siglo XIX fueron mucho más grandes que lo que se hicieron evidentes en Inglaterra. Otra vez después de 1859 tuvo lugar un avivamiento en toda Bretaña, que recibió impulso con la predicación de Dwight L. Moody más de una década después, y con el influyente ministerio de Carlos Haddon Spurgeon en Londres.

Al lado de esta sensibilidad religiosa —tal vez ocasionado por ella— hubo un número de reformas morales y humanitarias. El gran aumento en número de estas dentro de denominaciones fuera de la Iglesia de Inglaterra, junto con la democratización general del proce­so legislativo en Inglaterra y la ampliación de franquicia, garantiza­ban que las prohibiciones que existían sobre los disidentes no podían continuar. Por los años de 1860 la batalla se ganó casi enteramente cuando una por una las discriminaciones radicales fueron o elimina­das o reducidas. Las injustas leyes penales fueron reemplazadas lenta­mente, y el trato y el alojamiento de prisioneros fue mejorado grande­mente. La esclavitud fue abolida en 1833. La legislación reprimió los abusos en los sistemas fabriles, incluyendo las largas jornadas de mu­jeres y niños. La nación aceptó la responsabilidad adicional de la edu­cación de sus niños y jóvenes. Una nueva sensibilidad hacia el bien pú­blico produjo la legislación para varios tipos de ayuda al bienestar co­mún: policía, franqueo postal barato, salud pública, comercio y nave­gación, etcétera. El siglo XX trajo la creciente conciencia de la respon­sabilidad gubernamental por los ciudadanos en los problemas .más allá del nivel local.

Escepticismo y Materialismo. — El avivamiento wesleyano del período anterior volvió los corazones de las masas de la infidelidad y el escepticismo, pero un fuerte núcleo de antisobrenaturalismo nunca fue tocado en este o en avivamientos posteriores. Varios factores del siglo XIX contribuyeron a aumentar las filas de este grupo. Uno fue el desarrollo de un movimiento sociniano articulado, que apelaba principalmente a las clases intelectuales y exaltaba la ética cristiana como la principal contribución délas Escrituras cristianas Tanto en Inglaterra como en América el desarrollo de una estructura organizacional produjo nuevos adherentes, particularmente en los estratos elevados de la sociedad. Además, en este período, los filósofos del Continente hicieron radicales ataques a las Escrituras. La tendencia a limpiar, ne­gar, o modificar la revelación cristiana, evidente en la obra de hombres como David Strauss (1808-74) y Julio Nellhausen (1844-1918), socavó la fe de algunos que no estaban afianzados con firmeza.

Otro factor que inducía al escepticismo fue la hipótesis de la evo­lución propuesta por Carlos Darwin (1809-82) en 1859. Sus ideas, con frecuencia malinterpretadas y mal aplicadas, fueron ampliadas de una teoría basada en la observación de los fenómenos biológicos hasta Abarcar declaraciones sociales, éticas y metafísicas. Tales proyecciones de su teoría estaban dirigidas a socavar la posibilidad de una revelación divina (particularmente de una trasmitida por un estado social menos avanzado) y a reducir la necesidad de actividad divina creativa y vigilancia providencial.

Otro factor subversivo más podía ser llamado "cientismo". Los adelantos tecnológicos apoyaron el antiguo materialismo y llevaron al mucha gente a una especie de fe ciega en la naturaleza dinámica del progreso y el ingenio humanos.

Los penosos días de ajuste entre guerras, la severa depresión económica, la gran pérdida humana y la destrucción física de la guerra misma, los problemas sociales inmediatos incluidos en la moralidad de tiempos de guerra y de personas desplazadas, y un millar de otras presiones también separaron los pensamientos de Inglaterra de las cosas espirituales. Ha habido inequívocas evidencias de declinación espiritual en el presente siglo. El apoyo financiero ha disminuido, la asistencia a los templos ha sido muy pobre, y excepto para los católicos romanos, ha sido difícil para las diversas denominaciones religiosas encontrar candidatos para el ministerio.

Ecumenismo. — El cristianismo inglés como un todo ha entrado sinceramente en el movimiento ecumenista (universal). Hasta cierto punto el ecumenismo se originó en la explosión de entusiasmo las misiones mundiales que siguió al principio del movimiento misionero moderno de Guillermo Carey. La sociedad Misionera de Londres de 1795 fue formada de miembros de la Iglesia de Inglaterra, presbiterianos escoceses, metodistas e independientes. La sociedad Bíblica Británica y Foránea de 1804 era interdenominacional: también lo eran muchos otros esfuerzos cooperativos de Bretaña, América y los campos misioneros durante ese siglo. Tal vez el principal antecedente del movimiento fue la formación de, la Alianza Mundial Eva

Evangélica en Londres en 1846, después de una reunión preliminar 1845. El propósito de este cuerpo era primordialmente promover unidad en vez de ocuparse en alguna tarea inmediata común, conferencias subsecuentes se tuvieron en Bretaña, en el Continente en los Estados Unidos. Además, los movimientos interdenominacionales entre jóvenes cristianos aumentaron la influencia del movimiento incluyendo organizaciones tales como la Asociación Cristiana de Jóvenes, iniciada en Londres en 1884, y otros cuerpos, tanto de Breta­ña como de Estados Unidos.

Los antecedentes inmediatos del movimiento moderno se encuen­tran en las conferencias misioneras interdenominacionajes. Los misio­neros foráneos, luchando con problemas mutuos, se reunían en confe­rencia, algunas veces oficial, algunas veces no oficial. Conferencias bien conocidas se tuvieron en Londres en 1854, en Liverpool en 1860 y en varias partes de Inglaterra intermitentemente hasta el fin del siglo. Casi todas las denominaciones, excepto los católicos romanos, tomaron alguna parte en este movimiento.

Un gran paso adelante en el movimiento fue la reunión de 1920 en Edimburgo, en la que por primera vez se tuvo una conferencia compuesta de representantes delegados oficialmente de juntas y sociedades misioneras. El motivo general fue el cristianismo unido, y un comité de continuación consiguió conferencias posteriores. Se tuvie­ron otras conferencias en Estocolmo (1925), Amsterdam (1948), y Evanaton (1954). El Concilio Mundial de Iglesias se constituyó en la reunión de 1948.

Examen de los Principales Cuerpos Cristianos

El resto de este capítulo se dedicará a un breve examen de cada uno de los principales cuerpos cristianos de Inglaterra durante este pe­ríodo, a la luz del fondo general.

La Iglesia de Inglaterra. — La Iglesia de Inglaterra en el período moderno ha estado consistentemente inclinada a las misiones. Des­pués que empezó el movimiento misionero moderno por los bautis­tas, la Sociedad Misionera de Londres, formada en 1795, incluía a muchos anglicanos, mientras que la Sociedad Misionera Eclesiástica de 1799 estaba compuesta solamente de anglicanos. Los anglicanos eran también una parte de la Sociedad Religiosa de Tratados de 1799 y de la Sociedad Bíblica Británica y Foránea de 1804.

Podía esperarse que los dirigentes anglicanos, particularmente los que favorecían el sacramentalismo heredado de la Iglesia Católica Romana, miraran con desagrado los desbordantes avivamientos evan­gélicos del siglo XVIII y la creciente fuerza de los evangélicos dentro de la iglesia establecida. El crecimiento progresivo de los disidentes y la remoción de las prohibiciones religiosas contra ellos, junto con el desarrollo de la cooperación entre evangélicos dentro de la Iglesia Anglicana y los disidentes, fue de grave preocupación para el antiguo partido. Este fondo general, junto con las corrientes intelectuales y escépticas que se extendían por toda Inglaterra en el siglo XIX, llevaron al desarrollo de tres partidos distintos dentro de la Iglesia de Inglaterra.

Un grupo de clérigos de la Iglesia de Inglaterra favorecía las doctrinas de la Iglesia Católica Romana, pero permitía que el sobera­no inglés fuera la cabeza de la iglesia en vez del papa de Roma. Eran sacramentalistas estrictos, deseaban la retención de monjes y monjas, hacían hincapié en la naturaleza vital de la sucesión apostólica, e in­sistían en la unión de la iglesia con el estado inglés. El éxito y el creci­miento de los disidentes los elevó a una actividad febril. En 1883 iniciaron la publicación de una serie de tratados para los Tiempos, que cubría la historia eclesiástica y la doctrina. El tratado más importan­te fue el último, escrito en 1841 por Juan Enrique Newman (1801-90), que intentaba mostrar que los Treinta y un Artículos de la Iglesia de Inglaterra, hasta entonces considerados la porción más protestante del sistema anglicano, podían en realidad ser interpretados en un sen­tido católico romano.

Newman también favoreció otros elementos del sistema católi­co romano, y en 1845 fue recibido en la Iglesia Católica Romana. Mu­chos otros de este partido lo siguieron. Después de su defección la di­rección del partido de la Alta Iglesia fue asumida por E. B. Pusey (1800-82). En general, el movimiento de la Alta Iglesia ha romanizado muchos aspectos de la vida devocional y litúrgica de la vida anglicana. Se ha alentado la vida monástica para hombres y mujeres. Se ha in­troducido la confesión auricular. El partido de la Alta Iglesia recibió un golpe en 1896 cuando el obispo de Roma declaró que toda la suce­sión episcopal anglicana no tenía validez. No obstante, el partido ha mantenido una fuerte posición en la Iglesia Anglicana.

Los evangélicos de la Iglesia de Inglaterra han sido llamados el grupo de la Baja Iglesia. Muchos evangélicos dejaron la Iglesia de Inglaterra con el movimiento metodista, pero el caso Gorham probó que los evangélicos todavía podían existir dentro de la Iglesia Anglica­na. En 1847 un obispo de la Alta Iglesia se negó a instalar a G. C.I Gorham, un evangélico en doctrina, por causa de los conceptos de Gorham. El caso fue llevado a la corte, donde la decisión final favo­reció a Gorham, determinando que el evangelismo tenía apoyo legal dentro de la comunión anglicana.

El partido de la Iglesia Liberal favoreció la más amplia posibili­dad de flexibilidad en las normas doctrinales y eclesiásticas del anglicanismo. Este partido también ha conseguido apoyo legal en el anglicanismo. En 1860 una colección de siete ensayos algo radicales de clérigos anglicanos radicales exaltó a los vigilantes ortodoxos, y dos de los autores fueron procesados por herejía en las cortes eclesiásticas. Finalmente fueron absueltos. El caso reveló que se podía conceder la máxima libertad de pensamiento teológico y de escritura dentro de la Iglesia Anglicana, con el principal requisito de conformidad exter­na a los Treinta y Nueve Artículos y al libro de oración.

La Iglesia de Inglaterra ha sido muy activa en el movimiento ecuménico. Se ha considerado a sí misma como la mitad del camino entre el catolicismo romano y el protestantismo, y ha pensado que en tal po­sición estaría el lugar ideal y la norma para la reunión de toda la cris­tiandad las conferencias de Lambeth, una reunión mundial de todos los obispos de la comunión anglicana que se ha reunido en Londres alrededor de cada diez años desde 1867, exploró las posibilidades de unión con otros. En 1888 aprobó cuatro asuntos que consideraba mínimos para la unión, como sigue: el Antiguo y el Nuevo Testamentos como regla y norma de fe; el Credo de los Apóstoles y el Credo Niceno como las declaraciones doctrinales de fe; la observancia de los dos sa­cramentos del bautismo y la cena del Señor; y el episcopado histórico para preservar la continua unidad de la iglesia. La Iglesia Anglicana ha esperado una unión más cercana con todos los grupos cristianos, protestantes, la Iglesia Ortodoxa Oriental, y hasta con la Iglesia Ca­tólica Romana. Que los cuatro asuntos aprobados en 1888, conocidos como el cuadrilátero de Lambeth, eran el puro mínimo es evidente del hecho de que cuando los grupos locales intentaron establecer la unión en África del Sur en 1913, en Canadá en 1925, y en el sur de In­dia en 1947, la Iglesia de Inglaterra se mantuvo aparte porque no se aseguraba la adecuada ordenación episcopal.

La Iglesia de Inglaterra fue grandemente herida por las dos guerras mundiales que ocurrieron en la primera mitad del siglo XX, acompañadas como estuvieron de un período de secularismo y depresión económica. Hubo una marcada disminución en la vitalidad y la influencia, el número de candidatos para el ministerio declinó radicalmente, la asistencia a los templos y el interés religioso se redujeron radicalmente por las actividades de guerra y por el cansancio, y hubo una continuación de la literatura escéptica y el pensamiento secular.

En alguna medida esta declinación, junto con los agotados recur­sos de la nación y la desaprobación parlamentaria del libro de oración revisado en 1927 y 1928, trajo demandas, tanto de dentro como de fuera de la Iglesia de Inglaterra, para que la iglesia fuera separada del estado. Los de dentro pensaban que las vastas subvenciones de la iglesia, acumuladas por más de cuatro siglos, probablemente podrían proveer para las necesidades financieras de una iglesia separada. Sin embargo, otros pensaban que la separación pronto sería seguida por el retiro de la subvención. El partido de la Alta Iglesia, en particular, se oponía a cualquier plan de separación.

En Gales la Iglesia de Inglaterra se estableció al principio de este período, aunque una gran mayoría del pueblo eran disidentes. Una serie de avivamientos, particularmente entre el grupo disidente pero también recibida por las iglesias establecidas de Gales, contribuyó disipar la situación de letargo y desinterés al principio del período, unión de la Iglesia Anglicana con el estado terminó en Gales en 1920.1

Hasta 1949 toda Irlanda era parte de Inglaterra. El Parlamento de Irlanda se deshizo en 1800, y los representantes recibieron asientos en el cuerpo inglés. La Iglesia de Inglaterra fue establecida como la iglesia del estado en Irlanda por una pequeña minoría, a pesar de las protestas de una gran mayoría católica romana y una vigorosa minoría presbiteriana en el condado de Ulster. Sin embargo el Acta de Emancipación Católica Romana de 1829 quitó muchas prohibiciones de la mayoría, y en 1868 la Iglesia Anglicana de Irlanda fue separada del estado.

Australia fue colonizada por vez primera cuando Gran Bretaña hizo de ella una colonia penal en 1787. El nombre sobresaliente en le años formativos fue el de Samuel Marsden, capellán de la Iglesia de Inglaterra desde 1793 hasta su muerte en 1838. Por sus esfuerzos el cristianismo avanzó no sólo en Australia sino en Nueva Zelandia y otras islas del pacífico también. La gran inmigración británica empezó en los primeros veinticinco años del siglo XIX, formada en su mayoría de adherentes de la Iglesia de Inglaterra, aunque el resto estaba for­mado por católicos irlandeses, presbiterianos escoceses-irlandeses, y metodistas ingleses.

La colonización de Nueva Zelandia se inició diez años después de la de Australia. También aquí Samuel Marsden tomó la dirección al convocar un activo programa misionero. La inmigración inglesa ocurrió por 1840 y era principalmente anglicana.

La historia del Canadá, predominantemente francés hasta 1763, después inglés, se refleja en su cristianismo. Esa historia se esbozará brevemente en el capítulo del cristianismo americano.

La India y otras colonias de Inglaterra durante este período fueron las recipientes de mucho trabajo de muchas sociedades misioneras de Bretaña.

La Iglesia Católica Romana en Inglaterra. — Al principio de este período había varias prohibiciones contra los católicos romanos en In­glaterra. Estaban desorganizados en gran manera y no eran numerosos. En 1829, sin embargo, el Acta de Emancipación Católica Romana quitó muchas de las prohibiciones civiles. En 1850 el papa restauró la jerarquía en Inglaterra con el nombramiento de un arzobispo de Westminster. Esto creó gran furor entre los que temían el movimiento ca­tólico romano.

El fracaso de la cosecha de patatas en Irlanda poco antes de la mitad del siglo XIX hizo que muchos campesinos católicos romanos de Irlanda emigraran a Inglaterra, y engrosaran el número de ese grupo allí. Algunos se unieron a la Iglesia Romana del movimiento Tratadis­ta, mientras que otros emigraron del Continente. Como resultado, las instituciones familiares del romanismo pronto aparecieron por toda Inglaterra, Escocia y Gales: iglesias, escuelas, y órdenes monásticas para hombres y mujeres. La gran emigración irlandesa católica roma­na proporcionó un creciente número de los de esa fe en Inglaterra du­rante la primera mitad del siglo XX, aumentando la población católi­ca romana hasta alrededor de dos y medio millones. Este grupo ha crecido más rápidamente y soportado la pérdida de vitalidad mejor que cualquier otra denominación inglesa. La nueva nación de Erín (Irlanda), arrancada del resto de Irlanda para convertirse en repú­blica en 1949, es predominantemente católica.

El Calvinismo Inglés. — El presbiterianismo, tan activo en Inglaterra durante el período de Cromwell y poco después, desapareció prácticamente después de la restauración; algunos cayeron en el unitarismo y otros se unieron al movimiento congregacional. El siguiente siglo los únicos presbiterianos de Inglaterra eran las pequeñas congregaciones de presbiterianos, escoceses que mantenían lazos con su pa­tria. Estas crecieron lentamente durante el siglo XIX y en 1876 orga­nizaron la Iglesia Presbiteriana de Inglaterra. En los primeros veinti­cinco años del siglo XX este grupo sumaba casi 85,000.

Los presbiterianos irlandeses se establecieron en el norte de Ir­landa en los primeros años del siglo XVII. Cuando los protestantes Guillermo y María llegaron al trono inglés en 1688, mejoró la mala con­dición de la minoría presbiteriana de Irlanda. Por 1691, mediante sub­sidios provistos por el gobierno inglés, grandes cantidades se estable­cieron en el condado de Ulster. Los inmigrantes de esos presbiterianos escoceses-irlandeses tuvieron una parte muy importante en el surgimiento del presbiterianismo americano. En los primeros años de este período los presbiterianos irlandeses estuvieron luchando con los conceptos unitarios corrientes en Inglaterra en ese tiempo, y finalmente triunfaron. En 1860 se formó la Asamblea General de la iglesia Presbiteriana en Inglaterra. La separación de la iglesia Anglicana del estado en 1868 dio impulso a los presbiterianos de Irlanda, junto con el reciente avivamiento espiritual de ese tiempo. Las misiones y la educación avanzaron, y al principiar el siglo XX sumaban más de cien mil, aunque sufrieron dos guerras mundiales y el escepticismo. En el siglo XX se han hecho esfuerzos por unir a los presbiterianos inglese con los congregacionalistas ingleses.

El presbiterianismo fue la iglesia establecida en Escocia al principio del período. Los presbiterianos escoceses no fueron muy influidos por el avivamiento evangélico del siglo XVIII, tal vez como reacción contra las doctrinas arminianas de Wesley. Sin embargo, ocurrió un genuino avivamiento espiritual en los primeros años del siglo XIX, iniciado por los hermanos Haldane. Esta nueva vida espiritual agitó un antiguo problema, el asunto del control secular, como vio en el patrocinio de los laicos. ¿Tienen los patrones nobles y ricos una comunidad el derecho de nombrar el ministro de la iglesia local? Escoceses valientes se opusieron a esto dos veces, produciendo en 1733 y 1760.

El movimiento del siglo XIX fue dirigido por Tomás Chalmers (1780-1847). La asamblea General de la Iglesia de Escocia tomó la parte de las iglesias, declarando en 1834 que no se obligaría a una congragación, aceptar un pastor, contra el deseo general. En 1842 el asunto llegó a la Casa de los Lores, en Inglaterra, que decidió que una iglesia debía aceptar un ministro nombrado por un patrón, le gustara o no. El año siguiente, en un acto dramático y de sacrificio, cerca de la mitad de los presbiterianos de Escocia dejaron los salarios y los edificios de la Iglesia de Escocia en protesta contra el patrocinio de los laicos y formaron la Iglesia Libre de Escocia. La mayoría de estos grupos separados por el patrocinio de los laicos se reunieron por 1900 bajo el nombre de la Iglesia Libre Unida de Escocia, y en 1929 este cuerpo se unió con la iglesia establecida otra vez, habiendo sido eliminado el principio del patrocinio de los laicos.

El presbiterianismo fue llevado a Australia y Nueva Zelandia con la ola de emigración de 1820. Aunque menores en número que los anglicanos y los católicos romanos, tienen considerable influencia. La historia de Canadá se relatará en conexión con el cristianismo americano.

El congregacionalismo inglés de este período estaba íntimamente relacionado al presbiterianismo, y recibía a muchos de sus miembros e influía en el pensamiento de los que no hacían el cambio. El movimiento congregacional fue grandemente bendecido por el avivamiento wesleyano del siglo XVIII, y también por el movimiento misionero moderno y por el breve avivamiento después de las guerras napoleónicas. Una evidencia de la aumentada vitalidad de los primeros años del siglo XIX, además del crecimiento en grupo de electores e iglesias, fue el desarrollo de un vigoroso compañerismo intereclesiástico. Primero surgieron las uniones de condado, inspiradas principalmente por el desafío de las misiones domésticas. En 1832 se formó Unión Congregacional de Inglaterra y Gales. En el presente siglo, el congregacionalismo inglés, gáles, y escocés, contando tal vez con medio millón en 1928, llevó a cabo un vigoroso programa de educación y otras benevolencias, aunque dos guerras y la depresión les han costado caras. Metodistas Ingleses. — El metodismo inglés creció más rápidamente que cualquier otro de los grupos disidentes durante este período, al mismo tiempo que tenía considerables dificultades por el gran número de cismas. Después de la muerte de Juan Wesley en 1791, el metodismo se separó rápidamente de la Iglesia Anglicana. La rígida organi­zación eclesiástica y la disciplina del metodismo inglés alzaron un nú­mero de protestas. Los grandes dirigentes después de Wesley fueron Tomás Coke (1727-1814), Jabez Bunting (1779-1858), y el contemporáneo Juan Scott Lidgett. El movimiento, por supuesto, tuvo una divergencia original, y un grupo se volvió calvinista y el otro arminiano. El último resultó ser el grupo dominante. En este grupo surgieron cismas, en 1797 por la representación de laicos (los metodistas de la Nueva Conexión), en 1810 por los métodos de las reuniones de agru­paciones (metodistas de la Conexión Primitiva), en 1815 por el evangelismo celoso (cristianos bíblicos), y en 1828 por la música (metodistas wesleyanos protestantes). Para 1907, sin embargo, la organización de la Iglesia Metodista Unida unió a varios de estos grupos, y en 1932 la mayoría de los metodistas ingleses, que sumaban más de un millón, se unieron en un cuerpo. Los metodistas de Nueva Zelandia, en la tercera década de este siglo, sumaban cerca de 30,000, y en Australia alrededor de 166,000. Los metodistas ingleses también recibieron severos golpes de las dos guerras y la consiguiente declinación espiritual.

Bautistas Ingleses. — Este período final en la historia de la iglesia está caracterizado en parte por los bautistas ingleses al empezar el moderno movimiento misionero. El avivamiento wesleyano trajo nueva vida a los bautistas ingleses. Los bautistas generales se beneficiaron grandemente con el trabajo de Dan Taylor, fundador de la Nueva Conexión de Bautistas Generales. Los bautistas particulares fueron picados a iniciar el moderno movimiento misionero. Guillermo Carey, un jornalero zapatero remendón, se hizo bautista en 1783. Aunque carecía de una educación escolar adecuada, pudo superarse por la propia iniciativa, llegando a dominar el hebreo, griego, latín y holandés en sus horas libres. Con la ayuda de Andrés Fuller, Juan Sutcliffe, Samuel Pearce, y Juan Ryland, hijo, Carey organizó una sociedad bautista misionera en Londres en 1792. El siguiente año Carey fue a India como misionero, y con sus compañeros tradujo la Biblia a diecisiete idiomas y publicó tratados en veinte lenguajes, en diecinueve años. Además, más de setecientos convertidos fueron bautizados y una docena de nativos se entregaron para el ministerio cristiano.

La obra bautista, tanto en la patria como en el extranjero, creció rápidamente bajo la inspiración de este ejemplo. Se fundaron escue­las, y se iniciaron varias reformas sociales en cooperación con otros cristianos. Predicadores como Roberto Hall (1764-1831), Carlos Haddon Spurgeon (1834-92), Alejandro Maclaren (1825-1910), Juan Clifford (1836-1923), y Juan H. Shakespeare (1857-1928) dieron nue­va respetabilidad a la causa bautista. En 1891 se arregló la división que existía entre bautistas generales y particulares desde el princi­pio de la vida bautista inglesa, principalmente por la obra de Juan Clifford. En 1953 había 202, 361 bautistas en Inglaterra propiamente dicho, alrededor de 100,000 en Gales, 20,000 en Escocia, y 5,000 en Ir­landa. El escepticismo y dos guerras han matado sus miles entre los bautistas ingleses en el siglo XX.

En los dominios, con la posible excepción de Canadá, la obra bautista ha sido alimentada principalmente desde Inglaterra. Los bautistas australianos suman más de 30,000, los bautistas de Nueva Ze­landia suman alrededor de 11,000, mientras que los bautistas cana­dienses ascienden casi a 150,000.

Otros Grupos

Hay en Inglaterra otros muchos grupos pequeños que no pueden ser discutidos, aunque algunos de ellos han, hecho contribuciones vita­les y perdurables por sus conceptos distintivos.

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