Un factor de gran importancia en la declinación papal y en el clamor de reforma fue la presencia en todas partes de disensión antipapal. Es difícil juntar en una palabra descriptiva todos los grandes movimientos que existían exactamente antes de la Reforma. El único registro de tantos de ellos viene de su persecución por la Inquisición. Algunos de los movimientos eran distintivamente medievales en su concepción religiosa. Otros tenían principios evangélicos. Es difícil hoy día interpretar correctamente los movimientos religiosos contemporáneos a pesar de la posesión de extensa literatura de sus propios adherentes. El problema de intentar dar un verdadero cuadro de movimientos cuyos únicos registros son de un hombre, un enemigo de la causa e incapaz de diferenciar objetivamente entre lo evangélico y lo herético, es muy grande.
La misma situación hace más difícil el asunto de determinar las relaciones y la historia de cualquiera de tales movimientos. ¿Estaban esos disidentes antipapales aislados y separados en sus varios movimientos, o había correspondencia entre ellos? ¿Representaban los frutos de movimientos anteriores, o surgieron completamente nuevos? Tales asuntos tienen apasionados defensores en ambos extremos y no pueden ser resueltos completamente. Las conclusiones, por eso, en muchos casos son un asunto de actitud y juicio personales.
Evidencias de Unidad y Continuidad
Los remanentes literarios de oposición concertada contra la Iglesia Romana serían naturalmente bastante escasos. Hay indisputable evidencia, sin embargo, de que muchos de los movimientos que una vez se pensó estaban aislados y separados, en realidad tenían íntima comunión y correspondencia. Por ejemplo, partidos evangélicos de Alemania, Austria e Italia, se reunían en convención ya para 1215, para discutir puntos de mutua creencia. También había tenido lugar constante correspondencia entre los disidentes evangélicos de todas partes de Alemania y Bohemia mucho antes de la Reforma. En el siglo XIII el papa Inocente III denunció la traducción de las Escrituras al lenguaje del pueblo, y la posesión de las Escrituras en lengua vernácula fue considerada como herejía. Aún antes de la versión inglesa de Wycliffe en el siglo XIV, los disidentes traducían la Biblia al lenguaje del pueblo. Existían docenas de traducciones alemanas en el siglo XV; algunas mostraban evidencia de ser un trabajo independiente, mientras que otras dejaban ver una fuente común, que señalaba a grupos muy distantes. Mucho después que empezó la Reforma los anabautistas de Alemania usaban estas antiguas traducciones en vez de la traducción de Lutero. Un interesante reflejo de las conexiones entre los disidentes se ve en el hecho de que los valdenses de Italia y Francia, los Hermanos de la Vida Común en los Países Bajos y Alemania, y los Hermanos Unidos de Bohemia, usaban el mismo catecismo para la instrucción religiosa de los niños. Se encuentran ediciones del mismo catecismo en francés, italiano, alemán y bohemio.
No es difícil encontrar evidencia convincente de que muchos de los movimientos disidentes de los siglos XIII y XIV eran sucesores de grupos más primitivos. Doctrinas peculiares, notables en el sistema de los paulicianos orientales de la Edad Media temprana, por ejemplo, fueron reproducidas por los bogomilas de los Balcanes y por los cataros de Francia y Alemania. La dispersión occidental de los paulicianos es un hecho histórico. El nombre de los cataros (griego tanto en la forma como en el espíritu) los señala como un movimiento oriental trasplantado al Occidente, probablemente una reaparición de los disidentes paulicianos y bogomilas. Hay evidencias de la persistencia del antiguo cristianismo de Bretaña (interrumpido por el Sínodo de Whitby en 644), así como del antiguo cristianismo del Continente. La rápida dispersión de la reforma de Lutero y la repentina aparición de congregaciones anabautistas organizadas por todo el continente en el siglo XVI, testifican de un amplio fondo evangélico.
La misma situación hace más difícil el asunto de determinar las relaciones y la historia de cualquiera de tales movimientos. ¿Estaban esos disidentes antipapales aislados y separados en sus varios movimientos, o había correspondencia entre ellos? ¿Representaban los frutos de movimientos anteriores, o surgieron completamente nuevos? Tales asuntos tienen apasionados defensores en ambos extremos y no pueden ser resueltos completamente. Las conclusiones, por eso, en muchos casos son un asunto de actitud y juicio personales.
Evidencias de Unidad y Continuidad
Los remanentes literarios de oposición concertada contra la Iglesia Romana serían naturalmente bastante escasos. Hay indisputable evidencia, sin embargo, de que muchos de los movimientos que una vez se pensó estaban aislados y separados, en realidad tenían íntima comunión y correspondencia. Por ejemplo, partidos evangélicos de Alemania, Austria e Italia, se reunían en convención ya para 1215, para discutir puntos de mutua creencia. También había tenido lugar constante correspondencia entre los disidentes evangélicos de todas partes de Alemania y Bohemia mucho antes de la Reforma. En el siglo XIII el papa Inocente III denunció la traducción de las Escrituras al lenguaje del pueblo, y la posesión de las Escrituras en lengua vernácula fue considerada como herejía. Aún antes de la versión inglesa de Wycliffe en el siglo XIV, los disidentes traducían la Biblia al lenguaje del pueblo. Existían docenas de traducciones alemanas en el siglo XV; algunas mostraban evidencia de ser un trabajo independiente, mientras que otras dejaban ver una fuente común, que señalaba a grupos muy distantes. Mucho después que empezó la Reforma los anabautistas de Alemania usaban estas antiguas traducciones en vez de la traducción de Lutero. Un interesante reflejo de las conexiones entre los disidentes se ve en el hecho de que los valdenses de Italia y Francia, los Hermanos de la Vida Común en los Países Bajos y Alemania, y los Hermanos Unidos de Bohemia, usaban el mismo catecismo para la instrucción religiosa de los niños. Se encuentran ediciones del mismo catecismo en francés, italiano, alemán y bohemio.
No es difícil encontrar evidencia convincente de que muchos de los movimientos disidentes de los siglos XIII y XIV eran sucesores de grupos más primitivos. Doctrinas peculiares, notables en el sistema de los paulicianos orientales de la Edad Media temprana, por ejemplo, fueron reproducidas por los bogomilas de los Balcanes y por los cataros de Francia y Alemania. La dispersión occidental de los paulicianos es un hecho histórico. El nombre de los cataros (griego tanto en la forma como en el espíritu) los señala como un movimiento oriental trasplantado al Occidente, probablemente una reaparición de los disidentes paulicianos y bogomilas. Hay evidencias de la persistencia del antiguo cristianismo de Bretaña (interrumpido por el Sínodo de Whitby en 644), así como del antiguo cristianismo del Continente. La rápida dispersión de la reforma de Lutero y la repentina aparición de congregaciones anabautistas organizadas por todo el continente en el siglo XVI, testifican de un amplio fondo evangélico.