Prácticamente todos los cuerpos políticos de Europa contribuyeron en alguna manera al progreso del movimiento de la Reforma. En la mayoría de los casos no fue hecho a propósito. El gobierno más fuerte en Europa durante este período era España. La península se había unificado políticamente por el matrimonio en 1469 de Fernando de Aragón e Isabel de Castilla y por la subsecuente conquista de áreas contiguas. El nieto de esta pareja, Carlos I, se convirtió en rey en 1516 y en 1519 fue elegido Santo Emperador Romano de la nación alemana. La última sucesión lo tituló Carlos V, y así es mejor conocido. El heredó una nación fuertemente católica, hecha así por la obra del Cardenal Jiménez, principal consejero de la reina Isabel. Jiménez había instituido una reforma de la Iglesia Católica en España que abolió los abusos papales y mucho del gobierno papal; consecuentemente, ni Carlos ni su pueblo simpatizaron con los movimientos continentales de reforma. El emperador Carlos V fue el principal enemigo de la reforma luterana y era más poderoso y aparentemente estaba más interesado en suprimirla que los papas. Electo emperador cuando sólo tenía diecinueve años, su juventud no fue notable por su frivolidad sino por un celo por restaurar la preeminencia de la antigua fe católica que. Sus antepasados habían seguido.
El principal rival de España durante el período de reforma era Francia. Esta nación había conseguido un fuerte gobierno central mediante la sucesión de hábiles reyes. La rivalidad entre España y Francia se encendió antes de la irrupción de la Reforma. Tanto el rey Fernando de España como Carlos VIII de Francia tenían pretensiones sobre el reino de Nápoles en el sur de Italia. En 1495 Carlos VIII fue coronado rey de Nápoles después de dirigir al ejército francés por el centro de Italia y derrotar al pretendiente aragonés. El rey Fernando de España decidió defender su pretensión de Nápoles y en 1504 echó fuera de Nápoles a Luís XII (1498-1515), sucesor de Carlos VIII, y ocho años después lo echó completamente fuera de Italia. Esto marcó el principio de una serie, de guerras entre Francia y España, que en un sentido salvó la reforma luterana. El principal oponente de Lutero, el emperador Carlos V de España se ocupó tanto combatiendo a Francia y a los turcos que no pudo dedicarse a sofocar la revolución religiosa hasta que no tuvo suficiente fuerza política para ofrecer oposición formidable. El rey de Francia durante la mayor parte de la reforma fue .Francisco (1515) que no favoreció el movimiento de reforma tanto, pero que la ayudó considerablemente con sus contiendas políticas y militares con España.
La tercera de las monarquías centralizadas de este período fue Inglaterra. Una lucha militar por la sucesión real entre los nobles casi la eliminó como un factor político, permitiendo al nuevo rey, Enrique VII (1485-1509), gobernar con mano libre. Su hijo, Enrique VIII (1509-47), fue el soberano durante la parte principal del movimiento continental. Enrique VIII fue un acérrimo oponente de la reforma luterana durante su primera etapa. El inició un cisma con la Iglesia Romana en 1534 que era principalmente externa y gubernamental. El no se separó de la mayor parte de las doctrinas de Roma.
El cuarto poder político de Europa durante el movimiento de reforma era el Imperio. Se recordará que el Imperio Occidental fue restaurado bajo Carlomagno en el año 800 y de nuevo bajo Otto el Grande en 962. Después de la mitad del siglo XIII el imperio empezó a decaer otra vez. Una lucha literaria por el derecho a conceder la dignidad imperial (el papa contra los electores alemanes) produjo el Defensor Pacis de Marcelo de Padua. El sistema elector ganó/ Aunque había controversia en pequeños estados alemanes, siete fuertes soberanos (tres eclesiásticos y cuatro seculares) habían nombrado al emperador desde 1356. Los electores eclesiásticos eran los arzobispos de Mainz, Trier y Colonia; los electores seculares eran el rey de Bohemia,el elector de Sajonia, el elector de Brandenburgo, y el conde palatino del Rin.
Por generaciones el emperador había sido escogido de la familia de los Hapsburgo. En los primeros años de la reforma el emperador era Maximiliano I (1493-1519) Felipe, el hijo de Maximiliano, se casó con Juana, la hija de Fernando e Isabel de España. Mediante los esfuerzos de Maximiliano, sus dos nietos, Carlos y Fernando, gobernaron prácticamente toda la Europa central y España, exceptuando solamente a Francia. Carlos llegó a ser rey de España mediante la sucesión de su madre, y de su padre heredó los países bajos y grandes porciones del norte y este de Europa. Fernando se casó con Ana de Bohemia, con lo cual los Hapsburgo consiguieron gobernar sobre Bohemia y Hungría. En un intenso manejo de intereses políticos, los papas y el rey de Francia, mediante sus esfuerzos por socavar el poder de los Hapsburgo, encabezados por el emperador Carlos V, se convirtieron en enemigos de su propia causa religiosa. Debe señalarse que la verdadera autoridad sobre esta vaga confederación de estados alemanes era muy limitada. Los fuertes príncipes dentro del Imperio gobernaban sus propios estados como completos soberanos, muchas veces evadiendo los deseos del emperador mediante sagacidad política. Tal situación le permitió al elector de Sajonia, por ejemplo, proteger a Lutero del enojo tanto de los papas como del emperador.
Otro poder político y militar que tuvo una parte importante al afectar el progreso de la reforma occidental fue el grupo conocido como los turcos. Después de la captura de Constantinopla en 1453, los turcos se dirigieron al norte y al occidente por los Balcanes, en un manifiesto propósito de invadir toda Europa. Durante la reforma el deseo del emperador de triturar el luteranismo fue afectado grandemente por la amenaza turca. Difícilmente podía él permitirse iniciar una guerra civil cuando los turcos parecían estar a punto de irrumpir en Europa central.
Italia tuvo poca significación política durante la reforma. Rusia se estaba convirtiendo rápidamente en un fuerte poder político, pero no tuvo participación en la reforma occidental. El cristianismo de Oriente había empezado la obra en Rusia, y después Rusia formó su propia iglesia nacional, vagamente en comunión con Constantinopla. El mundo oriental, desde Palestina hasta los Balcanes había sido invadido por los mahometanos en el período medieval, y ni influía en la reforma occidental ni era afectado por ella. Aunque no estaban directamente relacionados con el movimiento, los estados de Transilvania en el sureste del imperio y Polonia en el noreste, se vieron envueltos indirectamente, puesto que estas áreas, estando fuera de los límites del imperio, eran refugio para los caudillos disidentes.
El principal rival de España durante el período de reforma era Francia. Esta nación había conseguido un fuerte gobierno central mediante la sucesión de hábiles reyes. La rivalidad entre España y Francia se encendió antes de la irrupción de la Reforma. Tanto el rey Fernando de España como Carlos VIII de Francia tenían pretensiones sobre el reino de Nápoles en el sur de Italia. En 1495 Carlos VIII fue coronado rey de Nápoles después de dirigir al ejército francés por el centro de Italia y derrotar al pretendiente aragonés. El rey Fernando de España decidió defender su pretensión de Nápoles y en 1504 echó fuera de Nápoles a Luís XII (1498-1515), sucesor de Carlos VIII, y ocho años después lo echó completamente fuera de Italia. Esto marcó el principio de una serie, de guerras entre Francia y España, que en un sentido salvó la reforma luterana. El principal oponente de Lutero, el emperador Carlos V de España se ocupó tanto combatiendo a Francia y a los turcos que no pudo dedicarse a sofocar la revolución religiosa hasta que no tuvo suficiente fuerza política para ofrecer oposición formidable. El rey de Francia durante la mayor parte de la reforma fue .Francisco (1515) que no favoreció el movimiento de reforma tanto, pero que la ayudó considerablemente con sus contiendas políticas y militares con España.
La tercera de las monarquías centralizadas de este período fue Inglaterra. Una lucha militar por la sucesión real entre los nobles casi la eliminó como un factor político, permitiendo al nuevo rey, Enrique VII (1485-1509), gobernar con mano libre. Su hijo, Enrique VIII (1509-47), fue el soberano durante la parte principal del movimiento continental. Enrique VIII fue un acérrimo oponente de la reforma luterana durante su primera etapa. El inició un cisma con la Iglesia Romana en 1534 que era principalmente externa y gubernamental. El no se separó de la mayor parte de las doctrinas de Roma.
El cuarto poder político de Europa durante el movimiento de reforma era el Imperio. Se recordará que el Imperio Occidental fue restaurado bajo Carlomagno en el año 800 y de nuevo bajo Otto el Grande en 962. Después de la mitad del siglo XIII el imperio empezó a decaer otra vez. Una lucha literaria por el derecho a conceder la dignidad imperial (el papa contra los electores alemanes) produjo el Defensor Pacis de Marcelo de Padua. El sistema elector ganó/ Aunque había controversia en pequeños estados alemanes, siete fuertes soberanos (tres eclesiásticos y cuatro seculares) habían nombrado al emperador desde 1356. Los electores eclesiásticos eran los arzobispos de Mainz, Trier y Colonia; los electores seculares eran el rey de Bohemia,el elector de Sajonia, el elector de Brandenburgo, y el conde palatino del Rin.
Por generaciones el emperador había sido escogido de la familia de los Hapsburgo. En los primeros años de la reforma el emperador era Maximiliano I (1493-1519) Felipe, el hijo de Maximiliano, se casó con Juana, la hija de Fernando e Isabel de España. Mediante los esfuerzos de Maximiliano, sus dos nietos, Carlos y Fernando, gobernaron prácticamente toda la Europa central y España, exceptuando solamente a Francia. Carlos llegó a ser rey de España mediante la sucesión de su madre, y de su padre heredó los países bajos y grandes porciones del norte y este de Europa. Fernando se casó con Ana de Bohemia, con lo cual los Hapsburgo consiguieron gobernar sobre Bohemia y Hungría. En un intenso manejo de intereses políticos, los papas y el rey de Francia, mediante sus esfuerzos por socavar el poder de los Hapsburgo, encabezados por el emperador Carlos V, se convirtieron en enemigos de su propia causa religiosa. Debe señalarse que la verdadera autoridad sobre esta vaga confederación de estados alemanes era muy limitada. Los fuertes príncipes dentro del Imperio gobernaban sus propios estados como completos soberanos, muchas veces evadiendo los deseos del emperador mediante sagacidad política. Tal situación le permitió al elector de Sajonia, por ejemplo, proteger a Lutero del enojo tanto de los papas como del emperador.
Otro poder político y militar que tuvo una parte importante al afectar el progreso de la reforma occidental fue el grupo conocido como los turcos. Después de la captura de Constantinopla en 1453, los turcos se dirigieron al norte y al occidente por los Balcanes, en un manifiesto propósito de invadir toda Europa. Durante la reforma el deseo del emperador de triturar el luteranismo fue afectado grandemente por la amenaza turca. Difícilmente podía él permitirse iniciar una guerra civil cuando los turcos parecían estar a punto de irrumpir en Europa central.
Italia tuvo poca significación política durante la reforma. Rusia se estaba convirtiendo rápidamente en un fuerte poder político, pero no tuvo participación en la reforma occidental. El cristianismo de Oriente había empezado la obra en Rusia, y después Rusia formó su propia iglesia nacional, vagamente en comunión con Constantinopla. El mundo oriental, desde Palestina hasta los Balcanes había sido invadido por los mahometanos en el período medieval, y ni influía en la reforma occidental ni era afectado por ella. Aunque no estaban directamente relacionados con el movimiento, los estados de Transilvania en el sureste del imperio y Polonia en el noreste, se vieron envueltos indirectamente, puesto que estas áreas, estando fuera de los límites del imperio, eran refugio para los caudillos disidentes.
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