Ximena Velasco Zuluaga
Aunque muchos colombianos se han congregado en las ahora llamadas sectas religiosas, Colombia sigue siendo un país católico. Tradicionalmente se estima que en Colombia el 80% de sus habitantes son católicos; es decir, cerca de 33 millones de personas y que, además, 5 millones 535 mil pertenece a formas no católicas del cristianismo. 824 mil personas se declaran agnósticas (sin creencia religiosa) y dos millones y medio pertenecen a otros grupos religiosos, según revelan un Informe Internacional de Libertad religiosa y el Dane. Esas cifras muestran que el catolicismo ha perdido adeptos en comparación con cinco décadas atrás. Así lo reconoce el presidente de Conferencia Episcopal, Monseñor Rubén Salazar. “Hemos percibido un éxodo de personas de la Iglesia Católica en los últimos años que no es posible cuantificar; sin embargo, nuestro afán no es tener fieles ni tampoco conquistar al ciento por ciento de los colombianos”, dice Monseñor Salazar. Por el contrario, según él, el interés de la Iglesia es tener a un grupo de personas, que puede ser menor de lo que era antes, pero convencido de su fe. “Queremos de verdad discípulos y misioneros de Jesucristo”, precisa el Monseñor.
Dos fenómeno
Para el episcopado es claro que la pérdida de adeptos obedece a dos fenómenos explicables: la globalización y el pluralismo religioso. “Las personas que se han trasladado de la Iglesia Católica hacia alguna secta no son las más practicantes de esta religión, pero así mismo éstas se pasan de un grupo a otro”, señala el secretario General de la Conferencia Episcopal, Monseñor Fabián Marulanda.
Esto también se explica en que hay otras personas cuya educación religiosa tiene valores diferentes a la de los católicos o no tienen una convicción, pero esto no les preocupa, lo que sí los pondría a pensar sería la pérdida de los “discípulos de verdad”. En ese caso, dice Monseñor, “los obispos deberíamos hacer un examen de conciencia. Preguntarnos en qué estamos fallando, qué estamos haciendo para que la gente no se sienta a gusto al interior de la Iglesia y se ponga a buscar lo que necesita en otras partes”. Volver a la práctica espiritual
Para el teólogo Jorge Julio Mejía, el drama más grande que atraviesa la Iglesia es que la religión católica “se quedó fuera de nosotros”