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lunes, 1 de septiembre de 2008

LA REFORMA LUTERANA

Después de siglos de preparación empezó el movimiento que re­sultó en el quebrantamiento del sistema católico romano medieval y en la formación de algunas de las principales, ramas del movimiento cristiano que existen hoy día. La primera de esas reformas fue la de Martín Lutero.

La Vida Temprana de Lutero (1483-1517)

Martín Lutero nació en Eisleben Sajonia, un pequeño estado ale­mán, el 10 de noviembre de 1483. No es de sorprender que el que ha­bía de romper y penetrar el duro carapacho de la tiranía eclesiásti­ca medieval surgiera de esta área geográfica, porque el pueblo ale­mán estaba sufriendo mucho por la avaricia papal. Tampoco es de sorprender que surgiera de los campesinos. Esta clase de gente más que ninguna otra sufría lo más fuerte de la opresión y el mal trato tan­to de las autoridades seculares como de las religiosas.

Los padres de Lutero eran como la mayoría de los otros campe­sinos: pobres y religiosos hasta el punto de la ignorancia. Lutero mis­mo nunca se apartó de algunas de sus ideas primitivas de brujas y duendes. Muy poco tiempo después del nacimiento de Lutero sus pa­dres se mudaron a Mansfeld, una villa cercana, donde su padre se ocupó en la nueva industria minera. Aquí el muchacho asistió a la escuela elemental y después se preparó para la universidad matricu­lándose en Magdeburgo en la primavera de 1497 y en Eisenach el si­guiente año. En 1501 ingresó a la universidad de Erfurt, donde recibió el título de bachiller en artes y el de maestro en 1505.

Hasta este punto la vida de Lutero no había variado gran cosa de la de cualquier otro joven que se prepara para una carrera profe­sional en el campo del derecho. No siguió en esta dirección como re­sultado de una tremenda crisis religiosa. Las tensiones religiosas producidas premeditadamente por el sistema católico medieval, obraron en Lutero, como en cualquier otro hombre típico de su día, una cons­tante inquietud. La Iglesia Romana demandaba obediencia a la insti­tución terrenal como precio de la salvación. Cuando el hombre se vol­vía indiferente, se exaltaban los dolores del purgatorio hasta producir pavor y sumisión. La riqueza sacramental de la iglesia se ofrecía entonces como un medio de limitar los sufrimientos de la otra vida.

Dios era imaginado como completamente inaccesible; Cristo era descrito como un juez temible. Solo los beneficios vendidos por la Iglesia Ca­tólica Romana podían aprovechar al tembloroso pecador. Hasta el católico más obediente debía sufrir las angustias del purgatorio. La mejor oportunidad para escapar, .a. la ira divina era enclaustrarse en los monasterios.

No puede determinarse por cuánto tiempo había estado Lutero reflexionando sobre estas cosas. Para al tiempo que él recibió su segundo título en Erfurt, tenia el abrumador sentimiento de que debía ponerse bien con Dios. Había experimentado varios incidentes atemorizadores que lo habían hecho pensar en las cosas eternas. El clímax vino el 2 de julio de 1505. Mientras Lutero estaba caminando cerca de Stotternheim, se aterrorizó cuando un rayo cayó cerca de el, y juro que si era librado de la muerte se convertiría en monje. Este fue el primer paso de Lutero en un esfuerzo por encontrar la paz con Dios. Contra los deseos de su padre él cumplió su palabra, y quince días después ingreso al monasterio agustino de Erfurt.

Para su desaliento, Lutero no encontró paz duradera en esta en­trega. Cuando intentó realizar su primera misa en mayo de 1507, su temor de Dios casi lo postró. Siguiendo los preceptos de la iglesia medieval, buscó alivio mediante las buenas obras. Su reputación por su abnegación se extendió por la región, pero ni así encontró paz. Obedientemente abría cada puerta prescrita por la Iglesia Católica Romana. Procuraba los méritos de los santos; se metía en confesiones casi fantásticas de todo tipo de pecado, fuera de pensamiento, de palabra, o de obra; cumplía regularmente sus deberes religiosos con fervor; hasta caminó hasta Roma el centro del mundo religioso católico, donde los mas grandes pecados de cualquier clase podían ser perdonados con el menor esfuerzo, todo sin ningún provecho. Los méritos de los santos le recordaban su propia necesidad; la confesión sólo le hablaba de pecados no recordados todavía sin perdonar; su obra como sacerdote aumentaba su angustia al acercarse a Dios; y su viaje a Roma lo puso en contacto con los dirigentes cínicos y codiciosos. A través de todas estas tumultuosas experiencias Lutero se estaba acercando al ob­jeto de su búsqueda.

Lutero no relata exactamente cuándo se aligeró su carga, pero sí indica cómo sucedió. El agente humano fue Juan Von Staupitz, el vica­rio de los monasterios agustinos, quien aconsejaba a Lutero y le seña­ló el estudio del Nuevo Testamento. Igualmente importante fue el es­tudio teológico que encontró en una nueva ocupación que le asignó Staupitz: la de enseñar en la Universidad de Wittenberg. El recibió el título de doctor en teología en octubre de 1512. Sus conferencias durante los siguientes cinco años sobre los Salmos, Romanos y Gálatas, obraron en su corazón lo que todo el sistema sacramental de la Iglesia Romana no pudo lograr. El descubrió el verdadero conocimiento escri­turario de que la salvación es un don. Hasta entonces él había procu­rado merecer la salvación; ahora había aprendido a aceptarla por fe sin merecerla. El se asió del texto "el justo por la fe vivirá", creyó en él, y encontró la paz que tanto tiempo había buscado.

El Movimiento de Reforma de Lutero (1517-46)

El se asió del texto "el justo por la fe vivirá", creyó en él, y encontró la paz que tanto tiempo había buscado.

Manifiestamente, tal descubrimiento de Lutero aparte del siste­ma religioso que lo rodeaba constituía una amenaza de instar a otros a encontrar la paz de la misma manera. Aparentemente Lutero no re­conoció al principio la conclusión lógica a la que debía seguramente llegar: desafiar la validez del sistema que no le podía traer paz. Paso a paso su experiencia lo separó de la obediencia en que se había ejer­citado antes. Lutero no siempre supo cuándo había dado estos pasos, y. tal vez no estaba plenamente consciente del gran paso que había dado hasta que hizo una pausa para mirar en derredor. El primero de estos pasos se centró en su oposición a la doctrina romana de las in­dulgencias.

La Pregunta de Lutero Acerca de las Indulgencias. — Debe recor­darse que la Iglesia Romana enseñaba que todos los pecados anteriores al bautismo son lavados en ese rito. El sacramento de la penitencia es­taba provisto para cuidar de los pecados posteriores al bautismo. Si un hombre pecaba, debía presentarse al sacerdote con contrición en su corazón por el pecado, confesar su pecado al sacerdote, recibir la absolución (en la cual el sacerdote, en nombre de Dios, perdona la cul­pa eterna de este pecado), y entonces realiza una buena obra o satis­facción para cuidar de la culpa terrenal. Es decir, que cada pecado ofendía en dos direcciones: traía culpa ante Dios y agraviaba a la igle­sia terrenal. Él, sacerdote pronunciaba el perdón de Dios; la herida a la institución terrenal debía ser expiada por oraciones especificas donativos de dinero, o un acto de devoción similar. Descuidar el castigo terrenal, se enseñaba, traía sufrimiento adicional en el purgatorio, después de la muerte.

La manera más popular de pagar esta deuda terrenal en los días de Lutero era mediante la compra de autos de indulgencia de los representantes papales. Estas indulgencias eran declaraciones escritas que anunciaban una remisión específica de castigo del comprador. Eran procuradas por aquellos que deseaban escaparse de largas resi­dencias en el purgatorio después de la muerte, y también por los que tenían seres queridos" ya en el purgatorio y deseaban aplicar este cré­dito a la cuenta del que ya estaba sufriendo.

Ya para 1516 Lutero había debatido la doctrina de las indulgencias. Su propio gobernador Federico, el elector de Sajonia, tenía una vasta colección de reliquias. Si una persona miraba estas reliquias y hacía una ofrenda adecuada, se le daba un auto de indulgencia con­cediéndole la remisión de un castigo canónico específico. La genuinidad del cambio espiritual de Lutero se verificó cuando en 1516 él arriesgó su propia subsistencia al debatir la validez de la doctrina de las indulgencias, porque una parte de su propio salario venía de los productos de la venta de indulgencias. En_1517 Lutero había alcan­zado el punto de, exasperación. El papa León X había vendido el ar­zobispado de Mainz a Alberto de Brandenburgo. Para permitirle a Al­berto pagar el dinero prestado para la compra de este puesto, y tam­bién para ganar dinero supuestamente para la construcción de la ca­tedral de San Pedro en Roma, León declaró una venta especial de in­dulgencias. Para atraer compradores se pervirtió la antigua doctri­na católica de indulgencias, y parece que algunos pretendían que po­día obtenerse el perdón de los pecados mediante ellas. Tetzel, el monje dominico, recibió la tarea de pregonar estas indulgencias.

La cosa que enfureció a Lutero fue la sugestión de que tanto la culpa contra Dios y el castigo contra la iglesia terrenal podían ser cuidadas por las indulgencias. Puesto que Federico, el príncipe de Lutero también estaban ocupado en la venta de indulgencias eclesiásticas al pueblo, a Tetzel se le prohibió entrar al electorado de Sajonia con el propósito de vender esas nuevas indulgencias. Sin embargo, Tetzel llenó de gente las mismas fronteras del electorado de Sajonia para que los que pudieran estar interesados pudieran cruzar y comprar las in­dulgencias. Entonces, en octubre 31 de 1517, Lutero preparó noventa y cinco tesis para debatir, y de acuerdo con la costumbre de la uni­versidad, las clavó en la puerta de la iglesia de Wittenberg, que en un sentido era la capilla de la universidad. Estas declaraciones (o te­sis) invitaban a debatir sobre tres temas generales: (1) el tráfico de indulgencias, que Lutero reconocía como no escriturario, sin eficacia, y peligroso; (2) el poder del papa para perdonar la culpa y el castigo no canónico, que Lutero negaba; y (3) el carácter del tesoro de la iglesia, supuestamente consistente en méritos donados por Cristo y los santos. Lutero negaba que los méritos de Cristo y de los santos constituyeran tal tesoro para ser usado por la iglesia.

La tormenta general que siguió a está protesta parece haber sido una sorpresa para Lutero. Las imprentas, un nueva método de guerra intelectual, reprodujeron la protesta de Lutero, y la tradujeron del latín alemán, para los ojos de toda Alemania. El lenguaje de Lutero era claro y directo, escrito en el vocabulario y espíritu del alemán típi­co. Desde varios ángulos la protesta reunía el antagonismo popular contra el papado de muchas clases: biblicistas, patriotas, místicos, humanistas. El papa León X no se alarmó al principio por la protesta. Cuando él se dio cuenta específicamente, su primera acción directa fue nombrar un nuevo general de la orden Agustina con instrucciones de disciplinar a Lutero. Sin embargo, en una reunión del capítulo de Lutero en abril de 1518 en Heidelberg, Lutero encontró algún. Apoyo. Desde entonces, él empezó a asumir una actitud más osada. Pronto empezó a debatir la primacía histórica ininterrumpida del papado y después negó completamente el poder del papa sobre el purgatorio.

En julio de 1518, Silvestre Prierias, un oficial dominico de Roma, atacó a Lutero como un hereje. La respuesta de Lutero fue aun más le­jos hacia la posición evangélica. El mantenía que tanto el papa como el concilio ecuménico podían equivocarse y que lo habían hecho, y que solo las Escrituras son una autoridad infalible. A Lutero se le ordenó presentarse en Roma para responder del cargo de herejía, pero por medio de la influencia de su príncipe, Federico, la consulta fue re­ferida al cardenal Cayetano en Augsburgo. Esta entrevista en octu­bre de 1518, sacó de Lutero la negación directa de la autoridad de una bula papal porque Lutero afirmaba que la voz de las Escritu­ras tenía más peso que la voz del papa.

En noviembre Lutero apeló a un concilio general como, autoridad terrenal final en el cristianismo para trasmitir sus conceptos. Esto constituyo un acto de hostilidad directo contra la persona del papa, puesto que los papas anteriores por un siglo habían descrito tal apelación como herejía abierta. La precaria situación de Lutero, sin embargo, fue grandemente socorrida por la influencia de Federico. El Santo Emperador Romano murió el 12 de enero de 1519, y Federico era uno de-los siete hombres que podían elegir uno nuevo. El papa deseaba ar­dientemente imponer al que debía ser elegido, y consecuentemente era muy condescendiente con Federico. Esto explica probablemente la reversión de la política antagonista del papa.

Karl Von Miltitz, un alemán, fue enviado a conciliar a Lutero hasta que se hubiera escogido un nuevo emperador. Miltitz sólo le pi­dió a Lutero refrenarse de debatir la cuestión. Lutero consintió con la condición de que sus ponentes hicieran lo mismo. Sin embargo, el profesor Juan Eck de la Universidad de Ingolstadt no mantuvo esta tregua y atacó a Lutero sin llamarlo por su nombre. Por la influencia de Eck se arregló un debate, que tuvo lugar en Leipzig, a principios de julio de 1519. Aquí Lutero fue llevado a aprobar las doctrinas de Juan Huss, que había sido condenado y quemado por el Concilio de Constanza un siglo antes. En julio 15 de 1520 se emitió una bula, de excomunión contra Lutero, mandándole retractarse dentro de sesenta días. Lutero la quemó después públicamente.

Durante el resto del verano y en el otoño, Lutero escribió los principales tratados que describían sus creencias. En agosto se publico el Discurso a la Nobleza Alemana. En este tratado Lutero instaba a una reforma de la iglesia por el magistrado cristiano. También atacaba las pretensiones del papado de que el poder espiritual está sobre el temporal, que sólo el papa puede interpretar las Escrituras, y que los concilios ecuménicos sólo pueden ser convocados por un papa. Sus proposiciones de reforma quitaban la riqueza material y las posesiones del papa y exaltaban un ministerio espiritual. Lutero también ataco el monasticismo y el celibato. Los abusos y las corrupciones dentro de la iglesia también debían ser corregidas.

En octubre se imprimió el tratado de Lutero sobre la Cautividad Babilónica de la Iglesia. En este tratado Lutero negaba la eficacia de las indulgencias y osadamente atacaba el sistema sacramental de Roma. El insistía en que tanto el pan como el vino de la Cena debían servirse al pueblo, y trataba de la necesidad de la fe del participante para asegurar su eficacia. En su discusión del bautismo, creó una continua tensión en su sistema teológico al eliminar la necesidad de la expresión personal de la fe como un prerequisito para el bautismo. Es decir, que él demandaba fe personal para la Cena, pero no estipulaba nada para tal fe antes del bautismo. El continuaba con una discusión crítica de la penitencia, la confirmación, el matrimonio, las órdenes y la extrema unción. El eliminaba todos los sacramentos, excepto la Cena y el bautismo, pero encomiaba partes del sacramento de la peni­tencia. El siguiente mes apareció su tratado sobre La Libertad del Hombre Cristiano. Este escrito exaltaba la libertad y el sacerdocio de cada creyente, fuera laico, sacerdote, obispo o papa.

Estos escritos y otros de un tono similar, haciéndose progresiva­mente más osados en sus ataques sobre las doctrinas centrales que apoyaban al papado, separaron a Lutero completamente de la Iglesia Romana e hicieron imposible un arreglo. El 17 de abril de 1521, siguiendo un requerimiento del emperador Carlos V, Lutero compareció ante la Dieta del Imperio, que se reunía en Worms. Después de dos audiencias en las que Lutero defendió valientemente sus conceptos, fue secuestrado por sus amigos (tal vez bajo órdenes secretas dé Federico) y el 4 de mayo llegó disfrazado a Wartburgo. Mientras tan­to, el 26 de mayo en Worms, después que los partidarios de Lutero hu­bieron regresado a su lugar, las fuerzas papales pudieron conseguir un edicto que proclamaba proscrito a Lutero. Así, a mediados de 1521, Lutero había sido excomulgado por la Iglesia Romana y proscrito por el imperio.

La supresión del Luteranismo (1521-29)

Parecía que la causa de la reforma estaba perdida otra vez, y la historia parecía destinada a sumar el nombre de Martín Lutero a la larga lista de víc­timas de la intolerancia eclesiástica. Sin embargo, el secuestro de Lutero por sus amigos lo libró del posible daño físico por cerca de un año. Además, el emperador Carlos V se envolvió en guerra con el rey Fran­cisco I de Francia poco después de terminar la Dieta de Worms en 1521. Esta guerra siguió intermitentemente por los siguientes ocho años. Además, las manos del emperador, el principal oponente de Lu­tero, estaban apartadas de Lutero por la amenaza de los turcos que es­taban entrando por los Balcanes con la intención de invadir el impe­rio. Es bastante interesante que el emperador Carlos se demorara también para suprimir a los luteranos por las maniobras políticas del mismo papa, que estaba temeroso de la cantidad de poder en manos de Carlos.

Durante este tiempo, con la ayuda de Melanchton y de otros, Lutero preparó una gran cantidad de literatura, incluyendo una exce­lente traducción alemana de las Escrituras. Lutero también reveló el carácter de su movimiento. En l522, en Zwickau, varios radicales re­ligiosos intentaron llevar a cabo lo que parecían ser las implicaciones de las ideas de Lutero. El sistema sacerdotal católico romano de con­ducir la Cena fue alterado; al pueblo común se le dieron ambos ele­mentos, el pan y el vino; y la liturgia romana, el canto llano y los alta­res, fueron eliminados. La ciudad estaba conmocionada. Lutero dejó voluntariamente su refugio en Wartburgo para tomar el mando perso­nal en el ataque a estos radicales. Desde entonces Lutero puede ser descrito como un reformador conservador; es decir, que él retuvo esos elementos de la tradición católica romana que en su juicio no son pro­hibidos específicamente por las Escrituras. Así, el bautismo infantil, los trajes talares, los cirios, y características católicas romanas parecidas aparecen en el luteranismo.

En 1525, el año del matrimonio de Lutero, sucedió una gran re­vuelta de campesinos. Por medio siglo había estado aumentando la tensión entre la nobleza y los campesinos que labraban la tierra. El intento de aplicar el derecho romano en lugar de la antigua ley alema­na, la caída de los estados feudales con el sufrimiento y confusión re­sultantes, y la agitación económica concomitante a la aparición del tercer estado —príncipes financieros y comerciales— avivaron las lla­mas de la insatisfacción y la revuelta entre los campesinos. Además, Tomás Müntzer, un milenario radical, aceleró la explosión de violencia al inyectar una nota religiosa. "Dios no os dejará fracasar; ¡a la matanza!" era su pregón. Incontables miles de campesinos fueron matados sin misericordia en la revuelta de 1525. Lutero perdió su fe en el hombre común y desde entonces consideró a la nobleza como la espe­ranza del movimiento de reforma.

A causa de la preocupación del emperador, la reunión anual de la dieta alemana prácticamente había dejado en manos de cada príncipe o gobernador la tarea de componer la situación religiosa por su propia mano. Para 1529. Sin embargo, la situación había cambiado. Los luteranos enfrentaban una nueva crisis. Al tiempo que el empera­dor había derrotado ruidosamente al rey Francisco de Francia, había visto a los turcos rechazados por Viena, y había permitido que el papa fuera aprisionado por un tiempo. La dieta se reunió en Speyer escaño. Presidía Fernando, hermano del emperador y un tenaz oponente del movimiento de reforma. Bajo su dirección la dieta aprobó un edicto que procuraba la completa aniquilación de la reforma luterana y la recatolización de las áreas luteranas. Una minoría protestó por este proceder, habiendo recibido desde entonces el nombre lié “protestantes”. Esta es la primera aparición del nombre en la historia eclesiástica. A los luteranos se les pidió contestar el edicto dentro de un año.

La Crisis (1530). — Al reunirse la dieta en 1530 en Augsburgo, los luteranos estaban temerosos de los eventos que vendrían. El año ante­rior Felipe de Hesse uno de los príncipes luteranos, se había esforza­do por conseguir una alianza militar entre los luteranos de Alemania y los zwinglianos de Suiza. En la reunión de Marburgo en 1529, sin em­bargo, Lutero se había negado a tener ninguna clase de conexión con Zwinglio, a pesar de que el único punto de desacuerdo en la teología de los dos se centraba en la interpretación de las palabras de Jesús: "Este es mi cuerpo." Lutero, por supuesto, estando proscrito por el imperio, no pudo comparecer en la dieta de Augsburgo. El ayudó a Melanchton en la preparación de la confesión que fue presentada en la dieta. La confesión y la subsecuente defensa fueron rechazadas por la dieta, y a los luteranos se les dio un año para renegar de sus here­jías o sentir el filo de la espada. Los príncipes luteranos formaron una alianza militar conocida como la Liga de Esmalcada. Los príncipes católicos también se habían unido para acción militar. Otra vez el emperador Carlos no creyó oportuno atacar a los luteranos. Los turcos estaban amenazando, los luteranos eran bastante fuertes, y el rey Francisco I de Francia estaba listo para pelear otra vez.

Muerte de Lutero. — La intranquila tregua entre protestantes y católicos todavía estaba, en vigor en febrero de, 1546, cuando Lutero murió. La muerte He Lutero no fue mí gran golpe a su movimiento. Ya otras manos habían tomado la antorcha.

La Guerra Esmalcáldica y la Paz de Augsburgo (1555)

La Guerra Esmalcáldica estalló en 1546 guando el papa Paulo III declaró una cruzada contra los príncipes protestantes. En un año los protestantes habían sido completamente derrotados. Sin embargo, los celos entre el emperador Carlos y el papa impidieron la inmediata des­trucción de los protestantes, y en 1552 después de un período de ma­niobras políticas, la guerra estalló otra vez y en unos cuantos meses los protestantes recuperaron todo lo que habían perdido.

La paz de Augsburgo admitió el derecho de que existiera la reli­gión luterana dentro del imperio. Cada príncipe debía determinar la religión de su gobierno, y si cualquiera de los súbditos deseaba una fe diferente, se le garantizaba el derecho de emigración sin pérdida del honor o de los bienes. En caso que un prelado católico deseara hacerse luterano, debía renunciar a su puesto eclesiástico para que pu­diera ser llenado por Roma. En las ciudades libres donde ambas religiones tenían adherentes, a cada una se le permitiría continuar.

La Extensión del Luteranismo

Antes de 1540 la mayor parte del norte de Alemania era oficialmente luterana. En los estados vecinos, tales como Bohemia y Polonia, y en los primeros años de la Reforma en Hungría, el luteranismo era muy fuerte. Dinamarca adoptó la reforma por 1536 por sus gobernantes y por la predicación de Hans Tausen. Suecia adoptó el luteranismo en 1527, por la predicación de Olaf y Lars Petersen, de Lars Andersen y la obra del Rey Gustavo Vasa. Finlandia, un satélite sueco, adoptó el luteranismo principalmente por acción política, habiendo sido el principal predicador Miguel Agrícola.

LAS REFORMAS ZWINGLIANA Y CALVINISTA

La segunda de las reformas generales intentadas de la Iglesia Católica Romana durante este período empezó en dos ciudades suizas, pero se extendió ampliamente y pronto fue rival del movimiento lute­rano. La república suiza ofrecía inusitadas oportunidades para el mo­vimiento de reforma, mientras que al mismo tiempo presentaba obs­táculos excepcionales. Casi trescientos años antes, los diversos canto­nes independientes, como se llamaban los pequeños estados como con­dados, habían ingresado en una confederación, cada cantón, sin relación alguna a su tamaño, con un voto en la dieta o congreso. Esto hizo posible qué una minoría de la gente (en los cantones menos poblados) impidiera que la mayoría de la gente (en los cantones formados de ciudades más grandes) abrazara el movimiento de reforma por voto político. La lucha entre los condados rurales y las ciudades—cantón caracteriza el curso de los primeros esfuerzos de reforma.

Los cantones rurales tenían buenas razones para oponerse a la reforma. La iglesia Católica Romana por siglos había empleado a los jóvenes fuertes de los cantones rurales suizos como mercenarios en el ejército papal. Los abusos papales no eran gravosos. Los cantones rurales poseían considerable independencia de espíritu y poco dinero, y así difícilmente eran consciente de la explotación papal. Las ciudades cantón más poderosas, por otra parte, habían combatido por mucho tiempo la explotación financiera papal y la dominación política. El humanismo había hecho vastas incursiones en las ciudades grandes, particularmente Basilea, donde los medios educativos y de imprenta proporcionaban instrumentos de amplia propagación para agitar la reforma.

Las dos ciudades de Suiza que se convirtieron en dirigentes en la reforma fueron Zurich y Ginebra. Ulrico Zwinglio fue la figura princi­pal al principio de la reforma en Zurich, mientras que Juan Calvino tuvo la parte principal en Ginebra; El movimiento de Calvino devoró en una generación a la reforma de Zwinglio, de manera que los dos se­rán discutidos como un solo movimiento.

La Reforma Zwingliana en Zurich


Ulrico Zwinglio nació en 1484 en Wildhaus, Suiza. Su tío, un sacerdote de la comunión romana, costeaba su educación en algunas de las escuelas notables del Continente. De 1502 a 1506 Zwinglio enseño en una escuela de Basilea mientras terminaba su educación. En este activo centro humanista fue grandemente influido por los conceptos de la ilustración y fue llevado al estudio de la teología. Las conferencias del humanista Tomas Wyttendach, en particular dieron al joven maestro la pasión para eliminar del cristianismo los elementos supersticiosos y para restaurar la antigua autoridad
— las escrituras.

Mediante la influencia de su tío, en 1506 Zwinglio fue nombrado sacerdote párroco en Glarus, donde sirvió por diez años. De 1516 a 1519 fue sacerdote en Einsiedeln. Aquí su mordaz predicación y sus tendencias reformistas atrajeron la atención general. En 1519 fue nombrado predicador principal en la gran catedral de Zurich. Ya se había estado cambiando hacia la aplicación de los principios escriturarios. Mientras estaba en Einsiedeln en 1518, con la aprobación de su obispo se había opuesto a la venta de indulgencias por Bernardo Sampson. Al principiar su trabajo en Zurich, Zwinglio causo sensación al predicar una exposición de los Evangelios en el lenguaje del pueblo. Menos preciando las tradicionales lecciones asignadas y la lengua latina de la Iglesia Romana.

Aparentemente varias experiencias encendieron su celo reformador. Por 1520 se había familiarizado con la obra reformadora de Lutero. Zwinglio siempre insistió en que no estaba en deuda con Lutero por los principios de la reforma en Zurich. Un análisis de las reformas instituidas por los dos hombres en cierto modo da muestras de la contención de Zwinglio. La reforma de Zwinglio fue intelectual, Bíblica y política. El enfoco la religión como una búsqueda humanista de la verdad. Lutero, por otra parte, fue movido por una gran experiencia que lo convenció de que el sistema romano no podía traer paz al alma de un hombre. Así, mientras Zwinglio mediante la reforma procurada satisfacer su mente con respecto a la verdad del cristianismo, Lutero aspiraba a satisfacer su corazón mediante la apropiación del verdadero cristianismo. De este modo, aunque los escritos de Lutero induda­blemente daban aliento a Zwinglio. Es posible que la reforma de Zwinglio se desarrollara algo independientemente.

Además de los escritos de Lutero, otros factores volvieron a Zwinglio más celoso hacia una reforma activa. La temida peste azotó Zurich y Zwinglio fue abatido. A las mismas puertas de la muerte tuvo una experiencia mística en la que fue consciente de la fortalece­dora presencia de Dios. Por esto y por el dolor de la perdida de su Hermano Zwinglio pareció profundizarse considerablemente en la vida espiritual. Por años había estado .recibiendo una pensión del papa, una iguala por animar a los jóvenes a ocuparse en el servicio militar mercenario. En 1520, en consecuencia con sus nuevos conocimientos, renunció a_ esta pensión y tomó una postura más positiva contra la contratación de los jóvenes suizos como mercenarios.

Su predicación empezó a hacer hincapié en la sola autoridad de las Escrituras. Actuando sobre este principio, algunos de sus seguido­res de Zurich, en 1522 se rehusaron. A ayunar en cuaresma, sobre la base de que la Biblia no prohíbe comer. Zwinglio los defendió de las censuras de su obispo y escribió un tratado sobre la opción y libertad de Comer.

En julio de 1522, Zwinglio ataco el celibato del clero. El sabia de primera mano los terribles males implicados en este sistema, habiendo admitido abiertamente en sus escritos que el era soltero pero no casto. En 1524 anuncio su matrimonio con la mujer con la que había estado viviendo en relaciones maritales por algunos años.

Ejerciendo gran influencia en el gobierno civil Dzurich, Zwinglio pudo desarrollar su programa de reforma. El concilio de la ciudad le adjudico la victoria en dos disputas públicas con representantes católicos romanos en enero y octubre de 1523. Zwinglio presento sesenta y siete breves artículos de fe, que Iván más allá que Lutero hacia la posición Evangélica. En ellos Zwinglio exaltaba la posición escrituraria en contraste con las enseñanzas de la Iglesia Romana. La salvación es por fe. Los sacramentos romanos, la intercesión de los santos, y los sufrimientos en el purgatorio no son escriturarios. Todos los creyentes son sacerdotes. El celibato del clero debía ser abolido.

En un punto Zwinglio tenia desacuerdo dentro de sus propias filas. Se ha señalado que este movimiento era parcial mente político por que tenía que trabajar a través del gobierno del cantón de Zurich. Cuando surgió la cuestión del bautismo, el aspecto político peso considerablemente. Zwinglio sabia que si negaba la validez del bautismo infantil “desiglesiaria” al concilio civil de Zurrís, porque todos ellos habían sido rociados cuando niños. Aparentemente este factor lo hizo retener el bautismo infantil, después de considerable vacilación. El no enseñaba que el bautismo infantil trajera salvación, siguiendo la norma de la Iglesia Romana mas bien, decía el, el bautismo sencillamente identifica el niño con el pacto cristiano, de manera muy semejante a como el rito de la circuncisión identifica al niño judío con el pacto israelita. Consideraba la cena del señor como un símbolo del cuerpo y la sangre de Cristo. Zwinglio pudo justificar ante el gobierno de Zurich la eliminación y las imágenes, las reliquias, los monasterios, y la observancia tradicional de la misa.

Por 1524-25, sin embargo, por causa de la retención del bautismo infantil, Zwinglio fue obligado a defender su movimiento contra los ataques de un grupo que había estado conforme con el en los primeros días de la reforma. Conrado Grebel, Félix Manz, y otros entre sus antiguos partidarios, insistían en que Zwinglio debía abolir el bautismo infantil si quería ser consistente con su propósito principal: restaurar la norma escrituraria. Y las circunstancias políticas, decían, debían impedir la constante fidelidad a los mandatos de las Escrituras. Al principio parecía que Zwinglio iba a cambiar en esta dirección, pero muy pronto resistió vigorosamente el movimiento.

La reforma de Zwinglio transformo Zurich para 1525. Su influencia también contribuyo a la reforma de otras ciudades suizas y del sur de Alemania como San Gall, Basilea, Berna y Estrasburgo los cantones rurales de Uri, Schwjz, Unterwalden, y Zug, sin embargo, completamente satisfechos con la antigua relación católica romana formaron con Lucerna una liga para resistir la reforma. La mayor parte de los otros cantones suizos y algunos de las ciudades alemanas del sur se confederaron en una liga reformadora. Ambos grupos procuraron alianzas externas. En 1529 parecía inminente una guerra civil, pero por negociaciones las hostilidades se pospusieron en una paz favorable a los Zwinglianos.

En el otoño de 1529 ocurrió en Marburgo una importante reunión entre los luteranos y los zwinglianos. La segunda dieta de Speyer había condenado recientemente toda disensión de la Iglesia Católica Romana, y había demandado la conformidad en un año. Felipe de Hesse, un influyente luterano, deseaba conseguir una alianza política y militar entre las fuerzas luteranas y Zwinglianas para hacer frente a los católicos. Lutero insistió en que primero debían tener un acuerdo en doctrina. En catorce artículos de fe Lutero y Zwinglio tuvieron un acuerdo general, pero en una parte de un artículo Lutero rechazo a Zwinglio. El punto de diferencia estaba en la interpretación de la presencia de Cristo en la Cena. Lutero sostenía que el cuerpo físico de Cristo estaba presente para el fiel en la observancia sincera de la Cena; Zwinglio objetaba que un cuerpo físico no podía estar en todas partes al mismo tiempo. Zwinglio también decía que el pan simboliza o representa el cuerpo de Cristo. Este solo de desacuerdo peso más que todo lo demás. El sueño de una alianza se hizo pedazos.

Zwinglio volvió a su tarea de esforzarse en conseguir la aceptación de su reforma en los trece cantones de suiza. Los cinco cantones católicos, sin embargo, alertas por la oportunidad de recuperar la iniciativa, levantaron un ejercito en 1531, y en la batalla que siguió, Zwinglio fue matado. Su sucesor en Zurich, Enrique Bullinger, respeto el tratado firmado con los católicos y limito su trabajo a su propio cantón. En menos de una generación el movimiento fue devorado por el de Juan Calvino, más grande y demás influencia.

La Reforma Calvinista en Ginebra

La ciudad de Ginebra sintió al principio la reforma como un resultado indirecto del movimiento zwingliano. La ganancia de Berna para la reforma en 1528 produjo impulso adicional por los crecientes intereses evangélicos de esta, la ciudad suiza más grande del sur. Fue mediante el estimulo de Berna que Guillermo Farel, impetuoso reformador de Francia, se abrió paso hasta Ginebra en 1533. Ginebra ya había sentido la presión política de Berna para aceptar la reforma evangélica. Los factores políticos, de hecho tuvieron la parte mas importante en ganar a Ginebra para el movimiento de reforma. La ciudad estaba gobernada por un obispo y un administrador, y los dos eran gobernados por el duque de Savoy, monarca de un reino adyacente. Los ciudadanos participaban del gobierno local mediante una asamblea general y un comité electo conocido cono el Pequeño Concilio. Los comités mas grandes eran nombrados por el Pequeño concilio para resolver cuestiones que tenían que ver con principios fundamentales. Empezando en 1527, la antigua hostilidad entre las ciudades de Ginebra y la del duque de Savoy estallo en guerra abierta. Los ciudadanos pudieron rechazar los ataques del duque mediante la ayuda de Berna y de un vecino católico, Freiburgo, y establecer la libertad de Ginebra. Con el aliento de Berna, Guillermo Farel y Antonio Froment, dos predicadores franceses, infiltraron en Ginebra el interés de la causa evangélica. Para 1535 el movimiento de reforma había tomado una posición firme, y Ginebra había entrado al grupo evangélico. En julio de 1536, Juan Calvino hizo una pausa en la ciudad en camino a Estrasburgo, y Farel lo enlisto en la tarea de hacer en Ginebra una fuerte ciudad protestante.

La Obra de Juan Calvino el reformador

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La Obra de Juan Calvino. — Juan Calvino nació en Noyon Francia, el 10 de Julio de 1509. Su padre era un influyente funcionario eclesiástico y secretario del obispado como resultado, la educación de Calvino había sido proporcionada mediante los beneficios de la Iglesia Católica Romana. En 1528 el recibió la Maestría en Artes de la universidad de Paris. A petición de su padre Calvino entro al estudio de derecho en Orleáns y Bourges, y recibió el doctorado en derecho de la primera institución en 1532. Su primer amor era la literatura, no el derecho, y después de la muerte de su padre, Calvino estuvo en libertad de abandonar la práctica del derecho.

Calvino estaba familiarizado con las ideas de reforma. Jacques Lefevre Etaples, un erudito francés que vivía en Paris, ya para 1512 había exaltado las ideas evangélicas en un comentario sobre las epístolas de Pablo. También tradujo el Nuevo Testamento diez años después. Los escritos de Lutero circulaban libremente en Francia y Calvino se familiarizo con ellos. La conversión de Calvino al punto de vista evangélico fue repentino, según su propio testimonio. Tal vez nunca se conocerá la verdadera explicación, pero gran número de factores estuvieron implicados. Su padre y su Hermano habían sido excomulgados por la Iglesia Romana, lo que pudo haber aflojado la atadura de ese sistema sobre Calvino. Su primo, Roberto Olivetan, ya era un reformador experimentado. La atmósfera humanística de los maestros y la preparación universitaria de Calvino, indudablemente lo movieron hacia las convicciones evangélicas. En mayo de 1534 el renuncio a sus beneficios, y por alguna razón fue puesto prisionero por un breve periodo, Esta es la primera indicación definida de que Calvino ya había entrado al grupo evangélico. Con el principio de una persecución severa y general en Francia en 1534, Calvino estuvo huyendo de aquí para allá en Francia, y después a Estrasburgo y a Basilea. Mientras estaba en Basilea en 1536, Calvino publico la primera edición de su obra sobresaliente, Institución de la Religión Cristiana, que le trajo inmediata fama. Su dedicatoria de la institución al rey Francisco I de Francia es una obra maestra de argumentación de las escrituras y de la historia. Calvino estuvo de visita por breve tiempo en Italia y Paris, y en su viaje a Estrasburgo paso por Ginebra, Suiza. Aquí Guillermo Farel lo convenció de que era la voluntad de Dios para el que estableciera la norma evangélica en Ginebra.

Los siguientes dos años Calvino trabajo en esta importante ciudad. En enero de 1537, presento el Pequeño Concilio de Ginebra una serie de artículos relativos a la reforma. La cena del Señor se hizo central en la disciplina de la iglesia. Las caídas morales y el descuido de los servicios divinos sin excusa producían la exclusión de la participación de la Cena. Una confesión de fe fue sometida al concilio para su aprobación, después de lo cual se pidió a todos los ciudadanos su conformidad. El propósito era requerir conformidad total para las doctrinas evangélicas. Lógicamente, el siguiente paso era enseñar la doctrina a los niños. Calvino proporciono un catecismo para su uso. Se pensó que era necesario un sistema de inspectores laicos que vigilaran la conducta de los ciudadanos. La inmediata oposición al programa de calvino vino de los disidentes políticos y religiosos. Calvino fue atacado como extranjero y entrometido. La elección anual de la ciudad en 1537 favoreció a los partidarios calvinistas, pero un año después triunfo la oposición al volver a tomar las riendas del gobierno, y en abril, Calvino y Farel fueron expulsados de Ginebra.

Calvino fue a Estrasburgo, una ciudad ya fuertemente evangélica, y se hizo pastor de los refugiados franceses. Allí tenía una notable libertad de impedimentos en su predicación y en la administración de la iglesia. Después de enero de 1539 fue llamado a dar conferencias a las clases avanzadas de las escuelas. Allí puso los cimientos de sus famosas exposiciones de libros bíblicos, que posteriormente fueron impresos en forma de comentarios. También tuvo oportunidad de pre­parar una edición muy aumentada de La Institución.

Mientras Calvino estaba ausente de Ginebra; el cardenal Sadoleto exhortó a la ciudad a volver al redil católico. Puesto que nadie en Gi­nebra se sentía preparado para contestar su exhortación, finalmente fue puesta en manos de Calvino en Estrasburgo. Su Respuesta a Sadoleto en 1539, justificando la posición evangélica, aumentó su reputación.

En Estrasburgo, Calvino se casó en agosto de 1540 con Idelette de Bure, viuda de un convertido anabautista. Calvino hablaba en los términos más altos de su esposa y de su felicidad. Ella murió en 1549. Su único hijo, nacido en 1542, vivió sólo unos cuantos días.

En 1541, después de considerable persuasión de sus amigos, Cal­vino regresó a Ginebra. Allí enfrentó una difícil tarea. El partido que había echado fuera a Calvino había sido superado en las elecciones de 1540, pero todavía era formidable. Las relaciones de Ginebra con Ber­na eran amenazadoras y la situación interna era mala. Parecía que los disturbios y el desorden pronto estallarían en Ginebra. Calvino re­gresó con la seguridad de que se le permitiría instituir sus reformas. Un comité del Pequeño Concilio ayudó a Calvino en la preparación de sus Ordenanzas Eclesiásticas. Se estipularon cuatro oficiales para la vida eclesiástica: pastores, maestros, presbíteros y diáconos. El aspecto más distintivo de este programa era el oficio de anciana o presbítero, del cual se deriva el nombre "presbiteriano" El Pequeño Concilio escogió doce laicos como presbíteros regentes de la iglesia de Ginebra. Esto fue una desviación de la idea general de que los presbíteros debían ser ordenados y debían predicar más que gobernar. Estos doce presbíteros fueron combinados con el ministerio regular (con sólo seis miembros al principio) para formar el Consistorio, que tenía la vigilancia sobre toda la disciplina eclesiástica. Calvino aparente­mente había deseado que la iglesia de Ginebra ejerciera su propia disciplina aparte de las autoridades seculares, pero fue obligado a un compromiso que permitía al Pequeño Concilio participar ampliamente en esta esfera. El Consistorio ejerció autoridad detallada y amplia so­bre la vida eclesiástica de la ciudad.

El sistema de doctrina de Calvino, como se expresa en La Insti­tución, empezó con la soberanía de Dios y, siguiendo el orden general de los credos, discutía a Cristo, el Espíritu Santo, y la iglesia. Su énfasis sobre la predestinación de Dios fue atacado por varios, y su reten­ción del bautismo infantil reflejaba la importancia que había dado al aspecto sociológico de los sacramentos. Su concepto del bautismo era muy semejante al de Zwinglio, y enseñaba la verdadera presencia es­piritual de Cristo en la Cena.

A pesar de las súplicas de las autoridades de Ginebra en 1541 para que regresara Calvino, habían subsistido muchos oponentes. Para 1553 parecía que los partidarios de Calvino serían derrotados en el voto po­pular y que resultaría otra expulsión. Sin embargo, ese año, Miguel Servet, un español exasperante y no ortodoxo se abrió paso hasta Gi­nebra. Antiguo oponente de Calvino, Servet ya estaba bajo condena­ción por los romanistas tanto como por los evangélicos por sus ataques sobre las doctrinas de la Trinidad y la persona de Cristo. Calvino per, siguió vigorosamente a Servet, y el partido de oposición imprudentemente dio señales de favorecer a Servet. Consecuentemente, cuando Servet fue condenado y quemado en octubre de 1553, la victoria de Calvino fue completa. Las elecciones del siguiente año le dieron un triunfo resonante. De 1555 hasta su muerte en 1564, Calvino rigió con poca oposición.

La Extensión del Calvinismo en el siglo XVI

La Extensión del Calvinismo. — Debe recordarse que después de la muerte de Zwinglio en 1531 su reforma no se extendió más. El agre­sivo sistema de Calvino y su concienzuda preparación de predicadores pronto empezó a rendir frutos en los cantones de Zwinglio. Para 1566 las doctrinas de Calvino eran aceptables para la mayoría de los can­tones zwinglianos, y desde entonces se identificaron con el sistema calvinista.

El gobierno de Francia estaba centralizado bajo el control del rey. El rey Francisco I (1515 tenía un acuerdo operante con el papa­do por el cual cada uno se beneficiaba con el mantenimiento del siste­ma católico romano. En cooperación con el papa, Francia había pelea­do contra España intermitentemente desde 1521 hasta 1529, y por ra­zones puramente políticas, Francia y España habían continuado la lucha en 1536-38 y 1542-44. Estas guerras requerían que Francia adop­tara una política que mejor sirviera a sus planes inmediatos. Como re­sultado, se puso en Francia un considerable fundamento para la re­forma sin mucha persecución.

Ya se ha hecho referencia a Jacques Lefevre Etaples, que esparció los conceptos evangélicos mucho antes que Lutero. Un número de sus discípulos continuó propagando los conceptos evangélicos. Las ideas reformadoras aparecieron entre la facultad de la Universidad de París, por mucho tiempo un baluarte católico. Calvino huyó de Fran­cia a fines de 1534, cuando estaba empezando todo el peso de la perse­cución real. A pesar de los frecuentes martirios que ocurrían, los pre­dicadores franceses acudían por docenas a la escuela de Calvino en Ginebra, y regresaba a su patria a predicar lo que se conocía como el evangelio hugonote. Para 1559 había cuarenta y nueve congregacio­nes de calvinistas en Francia, y ese año se tuvo un sínodo en París que formó una organización nacional y adoptó una confesión de fe calvi­nista. En dos años el número de congregaciones había aumentado a 2,150. Entre 1562 y 1598 tuvo lugar una serie de guerras entre hugo­notes y católicos, y en la última fecha, mediante los esfuerzos del rey Enrique IV (que se había hecho católico romano para conseguir la corona de Francia), se emitió el Edicto de Nantes, que estipulaba cier­tas libertades "perpetuas" pava los calvinistas franceses. Sin embargo, como resultado de la lucha ininterrumpida en el siglo XVII, esas li­bertades fueron eliminadas en 1685.

Los Países Bajos consistían de diecisiete provincias, aproximada­mente, en lo que ahora es Bélgica y Holanda. Por mucho tiempo ha­bían sido conocidas como el centro de oposición a las doctrinas católi­cas romanas. Los valdenses, los Hermanos de la Vida Común, el mis­ticismo y el humanismo, estaban representadas en esta sección. Entre 1517 y 1529 el luteranismo se extendió rápidamente en los Países Bajos. Los menonitas hicieron gran progreso hasta cerca de 1540, cuando el calvinismo empezó a hacerse muy influyente. Una de las razones por­qué muchos dejaron las filas menonitas para hacerse calvinistas fue que los primeros demandaban el pacifismo. En este período España estaba haciendo una guerra determinada contra los Países Bajos por razones tanto políticas como religiosas. Consecuentemente, un gran número de habitantes abrazaron el movimiento calvinista militante en preferencia a la fe menonita-pacifista. Para 1550 los calvinistas em­pezaron a organizar iglesias en los hogares. En 1559 se tuvo un sínodo nacional, se organizó la Iglesia Holandesa Reformada (calvinista), y se adoptó una confesión calvinista. De 1566 a 1578 los patriotas bajo Guillermo el Silencioso (1553-84) combatieron a los señores españoles discutieron con él la necesidad de rechazar el bautismo infantil. Zwinglio al principio pareció ver favorablemente la doctrina del bau­tismo de los creyentes, puesto que seguía su reconocido principio de se­guir solamente enseñanzas escriturarias, y puesto que ya su elabora­ción de sus Sesenta y Siete Artículos había señalado la primitiva prác­tica de bautizar sólo después de la fe y la confesión.

Sin embargo, su teoría de la relación del cristianismo con la so­ciedad finalmente lo apartó de esta posición. Zwinglio pensaba que debía tener en 1581 las provincias del norte declararon su independencia.

Escocia había sido evangelizada muy al principio por misioneros británicos. El sistema católico romano obtuvo el control de Escocia en el siglo XI. La batalla con Inglaterra en los siglos XIII y XIV, que pro­dujo la independencia escocesa bajo Roberto Bruce, condujo a Escocia a una alianza íntima con Francia. Los movimientos de reforma habían empezado en Escocia bajo la inspiración de la obra de Lutero, Tyndale, y otros. Patricio Hamilton, preparado en la Universidad de París, proclamaba las doctrinas evangélicas y fue quemado en 1528. Como resultado muchos nobles, tanto por motivos políticos como eclesiásti­cos, se volvieron hacia el protestantismo. En 1546 Jorge Wishart fue quemado también. Su martirio inflamó a jorge Knox. Después, Knox asistió a la escuela de Calvino en Génova en 1554 y sirvió allí como pastor después de 1555. En 1559 Knox regresó a Escocia y resultó vic­torioso en establecer el sistema presbiteriano.

El calvinismo no obtuvo su gran influencia en los estados alema­nes en este período. Fue excluido de la tolerancia del Tratado de Augsburgo de 1555. Melanchton se volvió creciente simpatizador de las doctrinas calvinistas, particularmente después de 1546, cuando murió Lutero.

Tampoco Inglaterra fue muy afectada por el calvinismo en este período, aunque los regentes de Eduardo VI (1547-53) estaban fami­liarizados con sus dogmas. Su influencia más grande en Inglaterra vino el siguiente período.

LOS ANABAUTISTAS Y LA REFORMA RADICA


Por siglos los principales historiadores o ignoraron o crasamente malentendieron lo que ahora se reconoce como uno de los movimien­tos importantes en el período de Reforma. El movimiento por siglos fue llamado anabautismo, aunque con algunas reservas por los más fa­miliarizados con él. A. H. Newman, por ejemplo, reconocía, como mu­chos eruditos de otras denominaciones ahora están de acuerdo, en que el nombre "anabautista" era un epíteto de reprobación o condenación. Por mucho tiempo se le identificó con el fanatismo, el cisma y el des­orden. Ya para el siglo V el Código Teodosio señalaba la pena de muer­te para cualquiera que rebautizara a otro. Esta ley estaba dirigida a los donatistas, los que algunas veces eran llamados anabautistas por­que insistían en realizar el rito del bautismo sobre cualquiera que vi­niera de las corrompidas iglesias católicas, que, decían los donatistas, habían perdido el poder de administrar el bautismo salvador. Con esta clase de fondo, el nombre "anabautista" llegó a aplicarse a cualquier iconoclasta religioso o fanático.

Ahora se reconoce generalmente que encontrar a alguien al que se haga referencia como un anabautista en el siglo XVI no significa ne­cesariamente que tal persona rebautizara; sencillamente puede signi­ficar que sus conceptos eran considerados radicales. Por esta razón, el nombre "anabautista" que hacía hincapié en la sola doctrina del bautis­mo de los creyentes, difícilmente puede aplicarse adecuadamente a todos los radicales religiosos que eran amenazados o condenados por ser clasificados en esta categoría.

Una mejor clasificación para describir más exactamente los diver­sos tipos de pensadores radicales ha sido intentada recientemente por* muchos historiadores. Tal vez, como algunos han sugerido, la palabra "radical" es el mejor término genérico para todos ellos, porque estos grupos eran radicales tanto en relación con las prácticas de los refor­madores religiosos contemporáneos como en la opinión de los católicos romanos y de los protestantes de ese tiempo. Los diversos grupos, en­tonces, se discutirán bajo cuatro categorías: los biblicistas radicales, los milenaristas radicales, los místicos radicales, y los racionalistas ra­dicales. Antes de discutir cada uno de esos grupos, deben decirse unas palabras acerca del posible origen de estos movimientos.

Orígenes de los Reformadores Radicales

En general hay dos puntos de vista respecto al origen de estos re­formadores y su extenso distrito. Uno es que se originaron por la inme­diata situación histórica y el estudio renovado de las Escrituras. Este criterio negaría que hubo antecedentes antes del siglo XVI.

Parecería más consistente sostener que la repentina aparición de estos reformadores sobre tan grande área y la incorporación de tales énfasis doctrinales tan diversos no pueden explicarse en términos de un factor solo o localizado. La historia no se vuelve repentinamente ni re­vela expresiones multiformes sin antecedentes. Un movimiento tan complejo y general como este parecería demandar una multiplicidad de factores—la prolongación de ideas medievales, la inmediata conmo­ción económica y religiosa del siglo XVI, el nuevo estudio del Nuevo Testamento en términos de interpretaciones contemporáneas, y tal vez otros elementos que no pueden ser clasificados.

Tipos de Reformadores Radicales

Debe reconocerse que estas clasificaciones de los diversos tipos de radicales son totalmente arbitrarias. Con frecuencia un hombre po­dría ser puesto en varias categorías y otro hombre no cabría en nin­guna. Hay valor, sin embargo, en forzar cierta clase de plan general sobre el material para proporcionar un mejor contexto.

Biblicistas Radicales. — Este grupo recientemente ha sido llamado "los anabautistas propiamente dicho" por un autor, por buenas razo­nes, porque ellos demandaban fe personal antes del bautismo como un elemento básico de su religión. Había radicales en el sentido de que ellos eliminaban toda la tradición en favor de la autoridad bíblica, que ellos consideraban la fuente de sus ideas acerca del bautismo de los creyentes, la separación de la iglesia y el estado, la eliminación de la gracia sacramental y sacerdotal, la centralidad de la iglesia unida, la restauración del primitivo espíritu cristiano de amor y de la norma Neotestamentaria de organización, y la santidad de vida como resul­tado de una experiencia de regeneración mediante el Espíritu de Dios. Debe recordarse que en su reforma en Zurich, Ulrico Zwinglio apoyaba el concepto de que sólo las Escrituras deben constituir la base de fe y práctica. En 1523 en conferencias con Zwinglio, Baltazar Hubmaier (entonces pastor en Waldhust, Austria), Félix Manz y otros el apoyo de las autoridades civiles en Zurich para llevar a cabo su reforma. La negación del bautismo infantil hubiera significa­do el apoyo civil, porque el mismo concilio de la ciudad, del cual de­pendía para ayuda, hubiera quedado fuera de la iglesia. Consecuen­temente, el 17 de enero de 1525. En una disputa en Zurich, Zwinglio negó el principio del bautismo de los creyentes. Se le opusieron mu­chos de sus antiguos asociados, hombres valientes como el capaz y res­petado Conrado Grebel. El concilio de la ciudad, actuando como juez, decretó la victoria de Zwinglio en el debate y dio la orden de que todos los niños fueran bautizados. Los anabautistas debían ser desterrados o hechos prisioneros. Una segunda disputa en noviembre terminó similarmente. En marzo de 1526 se ordenó ahogar a los ana­bautistas si persistían en su herejía, y Félix Manz, Jacobo Faulk, y En­rique Riemon fueron las primeras víctimas de esta sentencia.

El movimiento anabautista ganó multitudes de adherentes en Suiza entre 1525 y 1529. Después de ser desterrados de Zurich, dirigentes anabautistas como Jorge Blaurock, Guillermo Reublin, Hans Brotil, y Andrés Castleberg, fueron a todas partes predicando. Gran­des cantidades fueron bautizados en Schaffhausen, San Gallen, Appenzell, Basilea, Berna y Grunigen. No sólo se formaron numerosas iglesias anabautistas, sino que el movimiento ayudó a purificar a otros grupos de ministros indignos, cuyas vidas malvadas eran rigurosamen­te atacadas por los predicadores anabautistas.

Para 1529 el movimiento anabautista suizo había declinado gran­demente, pero no había muerto. Hombres como Pilgrim Marbeck tra­bajaron ampliamente en Suiza y después en el sur de Alemania. Par­ticularmente en Berna las congregaciones anabautistas continuaron su lucha. Como otros movimientos perseguidos, el anabautismo se volvió secreto, y su influencia no puede juzgarse.

Una de las razones de la declinación de la actividad anabautista en Suiza fue el llamado de un país adyacente. El anabautismo se ha­bía esparcido en áreas contiguas como Austria y Moravia. Fue a este último país que muchos dirigentes anabautistas se abrieron camino. Moravia había sido sembrada de semilla radical por las revueltas husitas y taboritas. En junio de 1526, Baltazar Hubmaier huyó a Nickolsburgo, Moravia, después de ser perseguido en Austria y Suiza. Allí tuvo un éxito instantáneo, habiendo bautizado entre seis y doce mil en un año. También pudo publicar varias excelentes obras apolo­géticas en defensa de la posición anabautista. Su obra en Nickolsburgo, sin embargo, fue socavada por Jacobo Wiedemann y otros, que abogaban por un fuerte pacifismo (no sólo negándose a meterse en la guerra sino declinando pagar impuestos que mantuvie­ran a los que peleaban) y un compartimiento comunal de los bie­nes personales. Tal vez la amargura de esta controversia pueda haber despojado, a Hubmaier de amigos lo suficiente para que las autorida­des austriacas pudieran aprehenderlo y quemarlo en marzo de 1528. Así murió uno de los anabautistas más grandes y sabios.

El partido pacifista y comunista creció rápidamente en Moravia. Jacobo Huter asumió la dirección, y una gran comunidad que practi­caba la economía comunal se convirtió en refugio anabautista para re­fugiados de toda Europa. Pese a la casi ininterrumpida persecución en los siguientes dos siglos, los anabautistas moravos aumentaron y prosperaron. Su gobierno eclesiástico era muy similar al de los anti­guos valdenses de esta área. El crecimiento del grupo en el cercano Tirol y en Austria fue rápido al principio, pero por causa de la severa persecución el movimiento fue drásticamente reducido.

El tercer grupo principal que defendía un rígido biblicismo eran los menonitas, que tomaron su nombre de Menno Simons (1496- 1561). Menno nació y creció en los Países Bajos recibió una buena educación y fue ordenado sacerdote en la Iglesia Católica Romana en 1524. La atmósfera de la reforma lo llevó a un cuidadoso estudió de la Biblia, especialmente después de la ejecución de un anabautista cerca de su casa, Los fanáticos radicales de Münster, lo rechazaron en­tre 1533 y 1535, pero también lo empujaron a dejar la Iglesia Romana baje la presión de la convicción. En I536 él recibió el nuevo bautismo y se convirtió al ministerio anabautista. Con Obbe y Dietrich Philips, Menno se reunió y organizó los biblicistas de la grey anabautista dispersa. Pasó el resto de su vida como fugitivo de los católicos así como de los protestantes. Viajando y escribiendo extensamente, Menno pre­servó la herencia de los anabautistas bíblicos.

Es digno de notarse que Menno Simons, indudablemente por su intensa repugnancia a los fanáticos de Münster, desconocía cualquier conexión histórica con los anabautistas primitivos, pero trazaba una sucesión de su movimiento a través de los valdenses hasta los días apostólicos. También seguía la norma valdense en varias doctrinas claves.

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