Desde un punto de vista, la mayor parte de las contiendas entre los radicales y los tradicionalistas, tanto católicos como protestantes, se centraban en la relación entre el cristianismo y- el mundo circundante. Los verdaderos anabautistas y muchos de los radicales insistían en que el mundo o la comunidad no pueden hacer cristianos. Básicamente esto era el significado de rechazar el bautismo infantil. El cristianismo tradicional, incluyendo a los reformadores protestantes, usaba apoderado o fe comunal, explicados en términos de "padrino" y "madrina"—para introducir al niño recién nacido en la grey cristiana. Tanto Lutero como Zwinglio enfrentaron problemas en este punto. El tema de Lutero de "la fe sola" estaba comprometido por su solución final. No dispuesto a divorciar su movimiento del tradicional lazo comunal del bautismo infantil, hizo laboriosos esfuerzos por justificarlo en términos de fe por poder para el infante o de fe subconsciente en el infante. Su resultado final fue introducir una tensión básica en su sistema demandando fe personal para la cena del Señor, pero eliminando la fe personal para la introducción de la persona en la vida cristiana.
Además, el mundo o comunidad no puede constituir una verdadera iglesia. Debe haber una iglesia reunida en el sentido de que sólo los creyentes, los que tienen fe bautismal, puedan participar. También en este punto Lutero batalló heroicamente. Sinceramente deseaba en los primeros días de su reforma separar la iglesia del mundo. Su tema "la fe sola" lo demandaba. Finalmente se separó de su ideal para retener la solidaridad iglesia-comunidad. Al separarse de una iglesia reunida, Lutero destruyó la posibilidad de alcanzar otro de sus ideales: la separación de la iglesia y el estado. Una iglesia reunida no puede ser parte del gobierno secular. El abandono del bautismo infantil trazó una aguda línea entre el mundo y la iglesia. Ni la .herejía era punible por el estado, porque un hombre es responsable-sólo ante Dios por su conducta espiritual. La libertad religiosa no puede ser sencillamente un privilegio, sino debe ser un derecho y un deber. El papa y el emperador ya no podrían regir a todo el género humano en diferentes esferas. Una iglesia reunida eliminaba al papa tan completamente como los nacientes gobiernos eliminaban al emperador; una iglesia reunida también eliminaba la solidaridad de la iglesia comunidad y producía separación de la iglesia y el estado. Además, el mundo no puede determinar la ética y las actitudes de los cristianos. Estas deben venir solamente de Dios, pero son más imperativas que las leyes seculares. Los conceptos de una comunidad disciplinada, de la ética del amor, y de una hermandad espiritual, eran ideas comunes entre los grupos radicales.
Finalmente, el mundo o podía satisfacer los anhelos e impulsos del espíritu. Todos los radicales eran hasta cierto punto místicos. Para ellos Dios estaba cercano, y sus demandas eran personales. Los propósitos de Dios parecían haber sido malinterpretados con frecuencia, produciendo esto sistemas escatológicos de proporciones terribles. Esto es comprensible en parte a la luz del mundo violento y desordenado encarado por estos radicales. Con todo, sin embargo, existía el sentido de participación personal en los planes eternos de un Señor vigilante y omnipotente.
En la consideración total de la historia, estas ideas radicales, concebidas para restablecer la norma cristiana primitiva, han llegado a ser más comprendidas y apreciadas que lo que fueron cuando fueron expresadas.
Algunos historiadores serenos creen que el cristianismo del siglo XX refleja más de las ideas de los anabautistas y de los radicales que de cualquiera otra de las reformas. En un sentido es verdad, porgue en sus esfuerzos por reestablecer el primitivo neotestamentario, estos movimientos radicales, sin las trabas políticas ni la sumisión social que ataron las manos de Lutero, Zwinglio, y Calvino, sencillamente lucieron a un lado ideas venerables y respetables sobre la . Base de que el Nuevo Testamento no las contiene específicamente.
Desde un punto de vista, la mayor parte de las contiendas entre los radicales y los tradicionalistas, tanto católicos como protestantes, se centraban en la relación entre el cristianismo y- el mundo circundante. Los verdaderos anabautistas y muchos de los radicales insistían en que el mundo o la comunidad no pueden hacer cristianos. Básicamente esto era el significado de rechazar el bautismo infantil. El cristianismo tradicional, incluyendo a los reformadores protestantes, usaba apoderado o fe comunal, explicados en términos de "padrino" y "madrina"—para introducir al niño recién nacido en la grey cristiana. Tanto Lutero como Zwinglio enfrentaron problemas en este punto. El tema de Lutero de "la fe sola" estaba comprometido por su solución final. No dispuesto a divorciar su movimiento del tradicional lazo comunal del bautismo infantil, hizo laboriosos esfuerzos por justificarlo en términos de fe por poder para el infante o de fe subconsciente en el infante. Su resultado final fue introducir una tensión básica en su sistema demandando fe personal para la cena del Señor, pero eliminando la fe personal para la introducción de la persona en la vida cristiana.
Además, el mundo o comunidad no puede constituir una verdadera iglesia. Debe haber una iglesia reunida en el sentido de que sólo los creyentes, los que tienen fe bautismal, puedan participar. También en este punto Lutero batalló heroicamente. Sinceramente deseaba en los primeros días de su reforma separar la iglesia del mundo. Su tema "la fe sola" lo demandaba. Finalmente se separó de su ideal para retener la solidaridad iglesia-comunidad. Al separarse de una iglesia reunida, Lutero destruyó la posibilidad de alcanzar otro de sus ideales: la separación de la iglesia y el estado. Una iglesia reunida no puede ser parte del gobierno secular. El abandono del bautismo infantil trazó una aguda línea entre el mundo y la iglesia. Ni la .herejía era punible por el estado, porque un hombre es responsable-sólo ante Dios por su conducta espiritual. La libertad religiosa no puede ser sencillamente un privilegio, sino debe ser un derecho y un deber. El papa y el emperador ya no podrían regir a todo el género humano en diferentes esferas. Una iglesia reunida eliminaba al papa tan completamente como los nacientes gobiernos eliminaban al emperador; una iglesia reunida también eliminaba la solidaridad de la iglesia comunidad y producía separación de la iglesia y el estado. Además, el mundo no puede determinar la ética y las actitudes de los cristianos. Estas deben venir solamente de Dios, pero son más imperativas que las leyes seculares. Los conceptos de una comunidad disciplinada, de la ética del amor, y de una hermandad espiritual, eran ideas comunes entre los grupos radicales.
Finalmente, el mundo o podía satisfacer los anhelos e impulsos del espíritu. Todos los radicales eran hasta cierto punto místicos. Para ellos Dios estaba cercano, y sus demandas eran personales. Los propósitos de Dios parecían haber sido malinterpretados con frecuencia, produciendo esto sistemas escatológicos de proporciones terribles. Esto es comprensible en parte a la luz del mundo violento y desordenado encarado por estos radicales. Con todo, sin embargo, existía el sentido de participación personal en los planes eternos de un Señor vigilante y omnipotente.
En la consideración total de la historia, estas ideas radicales, concebidas para restablecer la norma cristiana primitiva, han llegado a ser más comprendidas y apreciadas que lo que fueron cuando fueron expresadas.
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