La extensa "cautividad babilónica" de la iglesia y el desastroso cisma papal de cerca de cuarenta años simbolizó dramáticamente la necesidad de una reforma papal. Muchos reconocían que estos trágicos eventos eran síntomas del problema, no su causa. Ciertamente los abusos económicos, políticos y morales del papado no aliviaron la situación, pero el problema básico no era el abuso del sistema sino el sistema mismo. El clamor por una reforma no se refería sencillamente al problema inmediato, sino desafiaba las ideas defendidas por los papas por siglos. Algunas peticiones de reforma tenían una base distintivamente bíblica. Los dogmas doctrinales y eclesiásticos edificados por la Iglesia Romana en un largo período, fueron comparados con las Escrituras y criticados desde ese punto de vista. Los motivos patrióticos empujaban a algunos a demandar una reforma. El naciente nacionalismo del último período medieval produjo conflictos de lealtad en los corazones de los hombres de todas partes. No pocas de las protestas contra el dominio romano surgieron del resentimiento contra el control francés del papado durante la "cautividad babilónica". Las miserables condiciones económicas y sociales, y los turcos asentados en la frontera misma del imperio en los Balcanes, llevaba a muchos a pensar que Dios estaba castigando al mundo por causa de las fechorías del papado. Finalmente, los hombres espirituales de todos los países estaban sinceramente apesadumbrados al ver el bajo nivel al que había llegado el cristianismo. El misticismo y la disensión aumentaban conforme los hombres procuraban encontrar comunión con Dios fuera del sistema eclesiástico prevaleciente.
Uno de los grandes antecedentes de la reforma fue el movimiento conocido como el Renacimiento. La palpitación de la nueva vida intelectual y el descubrimiento de nuevos mundos prepararon profundamente el camino para la Reforma. El movimiento resultante conocido como "humanismo" produjo el nuevo enfoque de los ojos de los hombres y su nueva visión percibió muchas de las supersticiones que caracterizaban el sistema católico romano medieval. Algunos escritores han empequeñecido el panorama del Renacimiento, insistiendo en que la cultura occidental no requería renacer. Sin embargo, el mismo sistema teológico de la Iglesia Católica Romana fue en parte responsable de la lenta recuperación de las invasiones bárbaras y de las Edades Obscuras que siguieron. Puesto que la teología medieval descansaba en la vasta maraña de proposiciones establecidas mediante el uso del razonamiento deductivo, se sigue que las fuentes de la doctrina católica romana eran completamente terminantes y tradicionales. Había muy poca molienda nueva para el molino, pero una constante remolienda de lo viejo. Por esta razón, la verdad y el progreso eran realmente estorbadas por los sistemas escolásticos de la teología católica romana.
Sin embargo, el Renacimiento vino. Los eruditos árabes que siguieron la invasión mahometana de España en el siglo VIII ayudaron la atisbar las puertas del conocimiento en el occidente. La cultura clásica y el estudio de la antigüedad se puso de moda. Las Cruzadas contribuyeron a introducir un nuevo mundo. La caída de Constantinopla (1453) le dio impulso al movimiento cuando los eruditos griegos huyeron al occidente en busca de refugio. La suma de otros factores —la nostalgia italiana por la antigua gloria de Roma, la aparición de genios las formas artísticas y literarias, el desarrollo económico, los descubrimientos geográficos, las invenciones revolucionarias— produjeron que ha sido llamado "el Renacimiento" (Renaissance) de Occidente.
Este despertar alcanzó al cristianismo en muchos puntos. El movimiento conocido como "humanismo", se extendió directamente de estos elementos. El humanismo fue muy influyente en la preparación del camino para la Reforma, excelencia de las antiguas formas literarias produjo desdén para escritos escolásticos. La renovación del interés en los antepasados también produjo el estudio de los textos griegos y hebreos resarciendo Escrituras Cristianas, así como la lectura cuidadosa de los antiguos ritos cristianos. Los ojos de los hombres, tanto tiempo enfocados en cielos, empezaron a volverse hacia el mundo circundante y bajo as. Los mismos fundamentos de la autoridad católica romana fueron socavados por las nuevas formas de pensamiento.
Los siglos inmediatamente anteriores al dieciséis retumbaron con las peticiones de una reforma. Tal vez el mejor cuadro de este clamor de reforma puede conseguirse discutiéndolo desde el punto de vista geográfico.
Italia
Las más fuertes protestas de Italia contra el sistema papal se basaban en la renovación intelectual y en el humanismo resultante. Humanismo era el nombre arbitrariamente dado a la renovación clásica y literaria que empezó en Italia alrededor del siglo XIV, Era en gran manera patriótica tanto como cultural. Se esperaba que la gloriosa historia de los días pasados, desplegada ante los ojos y mentes de la presenté generación, produjera la inspiración para conseguir una nueva unificación de Italia y asegurar otra vez la supremacía romana en la esfera secular. Una parte no pequeña de este anhelo se debía al cambie de la silla papal de Roma a Avignon, Francia.
Los humanistas coleccionaron manuscritos de los escritores clásicos de la antigüedad, aprendieron a criticar los textos antiguos mediante el estudio interno, se gozaron en la imitación del estilo literario y las costumbres sociales de los antiguos, y contemplaron el mundo en que vivían desde un rico fondo histórico y literario. Se organizaron sociedades para estudiar el idioma griego, para leer a Platón y a Cicerón, y para reunir bibliotecas de los autores antiguos. El movimiento se extendió rápidamente de Italia al norte de Europa mediante vínculos religiosos, intelectuales, sociales, y hasta económicos. El desarrollo de la imprenta contribuyó a extender el evangelio del humanismo de la misma manera que medio siglo después reproduciría los escritos de los reformadores cristianos para trasmitirlos a todas partes de mundo.
Debe notarse, sin embargo, que el énfasis del humanismo tomo un giro diferente en el norte de Europa. En Italia el interés era primordialmente cultural y patriótico, resultando en desdén para ideas y prácticas religiosas. En muchos casos engendró al cinismo actual. Él humanismo del norte, por su parte, canalizó su interés literario y cultural hacia las antigüedades religiosas. El estudio del hebreo y el griego procuraba la mejor interpretación de las Escrituras; la recuperación del mejor texto de las Escrituras alentó el examen crítico de los manuscritos antiguos; mientras que los interesados en investigaciones históricas volvieron a publicar los escritos cristianos antiguos con interpretaciones críticas. Es decir, el énfasis ^del norte procuraba descubrir los orígenes antiguos de la fe cristiana y restaurar la pureza primitiva del movimiento.
En cuanto a la reforma concernía, entonces, la influencia del humanismo en Italia y en las regiones del norte realizó diferentes servicios. En Italia su contribución fue principalmente negativa; en el resto de Europa fue más bien positiva. Los factores negativos del humanismo en Italia que alentaron el espíritu reformador fueron dos. Primero,el humanismo produjo un desdén general por el cristianismo y exaltó los antiguos vicios tanto como las virtudes. Hasta el papado estaba sometido a juicio después de su regresó de Avignon. En 1447 un erudito humanista sin reservas fue elegido papa y tomó el nombre de Nicolás V (1447-55). Los asuntos religiosos se hicieron secundarios; las bibliotecas los poemas, y los clásicos, se convirtieron en los asuntos másimportantes del oficio. Pío II (1458 - 64) fue un notable versificador antes dé su elección como papa.
El humanismo también alentó la aplicación a los documentos cristianos de los métodos críticos usados en los manuscritos clásicos antiguos. Bajo Nicolás V, Lorenzo Valla, un joven erudito humanista, fue traído a la corte papal para ayudar en la traducción de los clásicos griegos. Dentro y fuera del servicio papal él escribió mucho acerca del cristianismo desde el punto de vista humanista. Su estudio del texto griego del Nuevo Testamento fue de gran valor para los reformadores medio siglo después. El sé burlaba del movimiento monástico y trataba rudamente la traducción Vulgata, que es la versión latina inspirada para los católicos romanos. Una de sus hazañas más espectaculares fue su .convincente prueba de la naturaleza espúrea de la Donación de Constantino por medio de la aplicación de la crítica interna.
Un producto de este avivamiento patriótico italiano fue el celebrado poeta Dante. Exilado a Ravenna en el norte de Italia en el siglo XIV, Dante anhelaba la restauración de la gloria del antigua Roma. Su obra titulada Sobre la Monarquía discute las relaciones adecuadas entre el papado y el imperio. Dios le ha dado a cada uno una espada, decía Dante, y ninguno debe gobernar al otro. El papado no debe gobernar al imperio ni entrometerse en asuntos seculares. Aunque su idea no era nueva, su aplicación haría retroceder al papado a una etapa anterior de desarrollo. El hecho de que hubiera sido sugerido por un católico ortodoxo cabal, en oposición a las pretensiones papales de varios siglos precedentes, junto con el hecho de que Dante usaba exégesis bíblica para controvertir las interpretaciones papales, hizo las ideas de Dante muy significativas.
El Imperio
La reunión libre de estados alemanes conocida como el Imperio sumó su protesta. El humanismo tenía cierto papel como fondo de demandas de reforma. La obra de hombres como Rodolfo Agrícola0; maestro de griego en la Universidad de Heidelberg, de Sebastián Brant de Basel, de Juan Reuchlin, y de otros, fue principalmente negativa. Sus escritos ayudaron a socavar el sistema romano, tanto entre el populacho como entre los pensadores. Los versos satíricos y la investigación docta se dieron la mano para protestar. Algunos humanistas como Ulrico von Hutten, Franz von Sickingen, y Pirkheimer de Nuremberg apoyaron activamente el movimiento de reforma cuando llegó. Felipe Melanchton, sobrino de Reuchlin y él mismo un completo humanista, se convirtió en la mano derecha de Lutero.
La situación política proporcionó la principal protesta contra poder papal, sin embargo. En 1314 el duque Luís de Baviera se convirtió en emperador después de su victoria militar sobre un candidato rival. Luis se vio enredado en una disputa con el papa Juan XXII en Avignon, sobre el derecho del papa a sancionar la elección de cae emperador. Entre otras cosas, el control francés del papado hizo muy desagradable para Luis someterse. (En JL324 el papa excomulgó a Luis Dos eruditos, Marsiglio de Padua y Juan de Janduno, colaborare para preparar uno de los más inusitados tratados de su tiempo. Era conocido como el Defensor Pacis (Defensor de la Paz).
Este documento declaraba que el pueblo es la autoridad final todas las cosas, sean seculares o eclesiásticas. De esta manera, en asuntos eclesiásticos todo el cuerpo de cristianos, siguiendo los principios del Nuevo Testamento, constituye el poder más alto. Este notable documento sovacó la teoría papel de gobierno. Probándolo con el Nuevo Testamento, negaba que el papa tuviera poder superior sobre ningún obispo, y hacía hincapié en que no había evidencia escritura de que Pedro hubiera estado nunca en Roma. Todo el poder espiritual descansa en el cuerpo de cristianos creyentes, no en sacerdotes, obispos o papas. Además, en un gobierno cristiano, reflejando el carácter y la voluntad del pueblo, el gobernador civil tiene el derecho de gobernar los asuntos eclesiásticos, incluyendo la convocatoria de concilios ecuménicos y el nombramiento de obispos. La autoridad final reside en un concilio eclesiástico general del pueblo, no solamente de obispos.
Otra poderosa voz que apoyó al emperador Luis fue la de Guillermo de Occam, el gran teólogo inglés, que se refugió con el emperador. Occam también insistía en que la verdadera iglesia no residía en los obispos sino en los creyentes. El negaba la infalibilidad del papa y exaltaba la Biblia. El papado nunca debía intervenir en asuntos seculares y debía subordinarse a un concilio general de todos los cristiano
Francia
El humanismo francés hizo una contribución distinta en la protesta contra el papado sin reforma. El movimiento fue tardío en sus principios en Francia, pero rápidamente ganó fuerza. Mediante él las clases altas en particular recibieron considerable ilustración en cuanto a los abusos del sistema romano. Jacques Lefeyre Etaples (1455-1536) llegó a ser un completo erudito bíblico y precedió a Lutero en su defensa de la salvación por la fe sola, sin sacramentos, y en su énfasis sobre la autoridad de las Escrituras.
La Universidad de París proporcionó el llamado central primitivo para la reforma. Guillermo de Occam había enseñado allí y expresado sus puntos de vista. Juan Gerson (1363-1429) y el canciller de Notre Dame, Pierre de Ailly (1350-1420), herederos de la actitud y la perspectiva de Occam, encabezaron un grupo de hombres doctos de la universidad que deseaban sinceramente reformar al papado en la cabeza y en los miembros. Este grupo triunfó finalmente al terminar el cisma papal mediante el uso de concilios generales.