La nación judía proveyó el fondo inmediato de Cristo y de todos sus primeros discípulos. La historia de los judíos, como es narrada en el Antiguo Testamento, es demasiado bien conocida para repetirla en detalle. Dios escogió una familia de fe que, bajo el cuidado divino, se desarrolló hasta ser una nación.
Varios factores se combinaron para traer una división política alrededor de 975 a. de J.C. El reino del norte fue llevado a la cautividad asiría alrededor del 722 a. de J.C. El reino del sur permaneció hasta alrededor del 587 a. de J.C., cuando oficialmente cayó ante los babilonios. Alrededor de setenta años después, el imperio persa permitió a los remanentes del reino del sur regresar a Palestina. Permanecieron sujetos a los persas hasta alrededor de 334 a. de J.C., cuando Alejandro el Grande los conquistó.
El período griego (334-167 a. de J.C.), el siglo de independencia judía (167-63 a. de J.C.), y el principio del gobierno romano (63 a. de J.C.) traen la historia del pueblo judío hasta la era neotestamentaria Durante esta larga historia, el pueblo judío estuvo, hasta cierto punto inconscientemente, haciendo preparativos para la venida Cristo.
Preservó cuidadosamente la revelación que Dios le había dado. A través de la adversidad y la cautividad, dos grandes verdades se grabaron con fuego en sus almas: primero, que sólo hay un Dios para los hombres; y segundo, que la relación de Dios con los hombres es personal, no nacional. Antes de la cautividad babilónica, los judíos habían caído frecuentemente en la idolatría y el politeísmo, pero des pues de su regreso a Palestina se convirtieron en celosos maestros de la verdad de que Dios es uno (monoteísmo).
Mientras residían en Palestina, los judíos algunas veces habían concebido a Dios en términos nacionales, pero en la cautividad su aislamiento de cualquier recordatorio material de una deidad nacional los hizo comprender que el individuo debe comunicarse con Dios por medio del espíritu.
Valieron la pena las experiencias de la cautividad babilónica para aprender esta lección.Aunque algunos, como Jonás, eran renuentes a testificar a lo gentiles, el mundo entero se familiarizó con las creencias y prácticas de los judíos. Muy temprano en el período griego empezó un movimiento conocido como la Dispersión.
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