Nuevo Testamento Los elementos griegos en el mundo al cual vino el cristianismo, pueden ser trazados desde la conquista de Palestina (y de casi todo el mundo conocido) por Alejandro el Grande en la última mitad del siglo cuarto antes de Cristo. Este soldado macedonio esparció en casi todas partes del mundo conocido la gran cultura y el espíritu de los griegos.
Después de la muerte de Alejandro sus generales militares y sus sucesores gobernaron Palestina por más de un siglo y medio. Sin pretender narrar la notable historia de la vida griega y su desarrollo, las contribuciones sobresalientes de esa raza al movimiento cristiano pueden ser resumidas bajo tres encabezados.
Primero, la filosofía griega, alguna buena y alguna mala, fue esparcida en todas partes. Muy extrañamente, Dios usó tanto la buena como la mala para preparar la venida de Cristo. La filosofía ateísta y escéptica de los griegos desvió a muchos del mundo gentil de la adoración supersticiosa de los falsos dioses, e intensificó el hambre de su corazón por el Dios verdadero. La buena filosofía griega, por otra parte, preparó al mundo para la venida de Cristo, exaltando el valor del espíritu humano y poniendo un alto valor sobre las verdades espirituales y morales. En segundo lugar, el idioma griego llegó a ser el lenguaje común a través de todo el mundo mediterráneo. Aun en Palestina los buenos judíos estaban forzados a aprender el griego para comerciar en los mercados.
El hecho es de mayor importancia de la que puede parecer a primera vista. Entre otras cosas, los misioneros de Cristo pudieron empezar su trabajo inmediatamente sin esperar a aprender un nuevo idioma. Más aun: la presencia de un idioma común daba un sentido de unidad a las diversas razas. Fíjese que la actual expresión familiar "él habla mi idioma" sugiere una unidad básica.
Finalmente el idioma mismo era maravillosamente adecuado. Los griegos habían desarrollado un idioma que hacía posible expresar con claridad precisión las grandes verdades de la revelación cristiana. El era el idioma de la mayor parte (si no de todo) del Nuevo Testamentó.
En tercer lugar, el espíritu griego hizo su contribución al movimiento cristiano. Es difícil poner en palabras este espíritu, pero incluía un intenso amor por la verdad, una visión que tenía un amplio alcance, y una iniciativa que era osada y temeraria.
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