Fuerte Dirección Papal
Más allá de las contribuciones del monasticismo, las Cruzadas, y el escolasticismo, la espectacular elevación del papado católico romano a las cumbres del poder en el período del siglo IX al decimotercero fue la obra de tres fuertes papas. Aun con todos los factores queexistieron, la Iglesia Romana no hubiera podido obtener el lugar que consiguió sin la iniciativa y la determinación de los fuertes hombres que la encabezaron.Gregorio VII (1073-85). — El primero de estos papas fue Gregorio VII, que es mejor conocido como Hildebrando. Bajo el programa de reforma de León IX, Hildebrando fue nombrado cardenal en Í049.
Antes de mucho él asumió la dirección en la política del gobierno papal y no la dejó hasta su muerte en1085. El se esforzó por cumplir tres principios: (1) eliminar la oposición interna al gobierno papal dentro de la Iglesia Romana; (2) liberar al papado de la influencia externa en la designación de obispos y en la elección de papas; (3) conseguircooperación de los gobernantes seculares para alcanzar los ideales del papado.
Las armas usadas por Gregorio para cumplir su programa fueron tanto espirituales como seculares. Al tratar con la oposición secular, la preminencia espiritual del papado tomó la forma de un garrote político. Se aceptaba generalmente que la salvación no existía fuera de la iglesia externa, que la salvación venía mediante los sacramentos, y que ninguna iglesia occidental podía observar apropiadamente los sacramentos a menos que estuviera en comunión con Roma. De esta manera, por todos conceptos prácticos, el papa controlaba la salvación. La manipulación de este poder formó la base de la coerción papal Cuando cualquier persona, por ejemplo, se rehusaba a obedecer al pontífice romano, se preparaba y publicaba un edicto de excomunión. Este cortaba oficialmente a una persona de la iglesia, y la separación incluía la salvación. La excomunión total era una cosa temible. No sólo el individuo era privado de la salvación, sino exponía a la pena a los que lo rodeaban. La misa no se podía tener en su presencia, y los que le dieran refugio de cualquier clase estaban sujetos a severa disciplina de la iglesia. Si el excomulgado era un gobernante, estaba dentro del poder de la iglesia liberar a sus súbditos de toda lealtad a él, abriendo de esta manera el camino para revoluciones políticas generales. Los gobernantes católicos leales eran invitados a contender contra el hereje y a apoderarse de su reino para ellos mismos, lo que les daba un doble incentivo.
Una segunda arma basada en el control de los vehículos sacramentales de salvación era la llamada "veda". En un sentido, la veda era la excomunión aplicada a una comunidad, fuera un pequeño pueblo o un gran reino. La veda cerraba las iglesias, que eran consideradas el único medio de salvación para la gente. El único ministerio que continuaba proporcionaba el bautismo (para traer a los niños a la iglesia y a la salvación) y la extrema unción (el sacramento que se administra al morir para preparar al individuo para el juicio. Se notará que la administración de estos dos sacramentos durante el período de veda, era un medio de mantener la fuerza de la iglesia si la veda era aplicada por un período largo.
Con estas armas, la excomunión y la veda, el poder papal podía aplicarse rápidamente en una manera práctica y política. Aun más: cuando los gobernadores civiles, eran propicios, los papas usaban su influencia para conseguir todavía otra arma coercitiva. Esta era conocida como “edicto”, por el cual los gobernadores civiles convertían en proscrita a la persona involucrada en desobediencia eclesiástica. La maquinaria del castigo secular podía entonces ser aplicada a los herejes.
Usando libremente estas armas, reafirmando las pretensiones de los decretos seudoisidorianos y de la Donación de Constantino, e invocando la autoridad del apóstol Pedro, Gregorio VII trajo rápidamente una efectiva reforma interna al gobierno papal y pronto empezó a hablar con voz autoritaria a todos los gobernadores seculares. Bajo su dirección los sínodos romanos se apropiaron el derecho de nombrar o designar a los papas quitándolo de las manos seculares y colocándolo en poder de los obispos cardenales y del clero cardinal. Además, a los reyes y príncipes seculares se les negó el poder de nombrar o poner a cualquier obispo. Estas medidas iban dirigidas a la eliminación de todo el poder secular en el nombramiento de los oficiales eclesiásticos y ponía ese poder directamente en las manos del gobierno papal.
Aun más: bajo Gregorio se ratificó un edicto que requería el celibato del clero. Esto significaba que ni los diáconos, los sacerdotes ni los obispos podían tomar esposas. Esto eliminaba la carga financiera sobre la iglesia de proveer para las familias de los oficiales; hacía más grande la distinción entre el clero y los laicos; hacía más movibles a los clérigos, porque sin esposa ni familia el sacerdote u obispo podía moverse más rápidamente a cualquier lugar al que fuera enviado; aseguraba el derecho de la iglesia de nombrar al sucesor de un obispo sin. Influencia familiar en caso de que el hijo de un obispo fuera clérigo y deseara el puesto; y hacía a la iglesia heredera de las posesiones de la mayoría de sus clérigos, porque así ellos no tenían a nadie más a quien pudieran dejar sus posesiones terrenales cuando murieran.
El papa Gregorio usaba libremente la veda en su esfuerzo por establecer el poder papal. El enviaba delegados (o representantes) a cada gobierno civil para proteger los intereses papales en los diversos países. Tal vez el triunfo mas grande vino en su cumplimiento de los decretos de los sínodos en cuanto al nombramiento y postura de un obispo por poderes seculares. En ésta lucha el papa peleó contra una práctica antigua y popular. Se recordará que en el feudalismo; el soberano o señor del feudo era el único gobernante en su propio dominio. Si sucedía que un obispo servía en ese dominio, el obispo debía jurar lealtad a este gobernante; secular. Si el obispo moría, usualmente el soberano nombraba a alguien mas para ese oficio, de su propio dominio. Puesto que el poder papal estuvo tan comprometido durante los siglos de anarquía y feudalismo que siguieron a la caída de la línea carolingia, por generaciones no se elevo ninguna protesta por esta situación. Sin embargo, ahora el papa Gregorio se negaba a permitir que los obispos fueran nombrados, puestos o gobernados por el poder secular. El sínodo romano de 1075 reiteró este principio negando al mismo emperador el derecho de nombrar e investir obispos.
Muy pronto sobrevino una prueba. Enrique IV (1056-1106), el emperador alemán, no podía discernir, el cambio dé, situación. ¿No habían nombrado sus antecesores hasta a los papas hacia menos de un siglo? ¿No habían estado de acuerdo solemnemente los papas en que el emperador tuviera para siempre el derecho de nombrar hasta al obispo de Roma? Así pues, cuando un obispado quedaba vacante en la parte norte de Italia, el emperador nombraba inmediatamente un sucesor y lo instalaba en su oficio. Cuando el papa Gregorio negó la validez de la acción, el emperador declaró vacío el oficio papal Sin embargo un siglo había hecho una gran diferencia. Ahora el papa, con su prestigio restaurado, lanzó su pavorosa arma de excomunión contra el emperador, Liberando a los súbditos del soberano de su fidelidad. Más desde un punto de vista político que religioso, el emperador hizo una peregrinación al sur para pedir el perdón del papa y conseguir su restauración a la iglesia. Mientras tanto el papa había partido hacia el norte, a Alemania, para continuar la lucha. Se encontraron en Canossa, donde el emperador permaneció fuera del castillo, descalzo en la nieve, por tres días, implorando el privilegio de pedir el perdón del papa. Al ser admitido, él prometió ser obediente y fue restaurado en la comunión.
La humillación del emperador fortaleció su influencia sobre su gente; a pesar de su rehabilitación, el emperador declaró la guerra contra el papa y triunfó al llevarlo al exilio a morir en 1085. Los sucesores del emperador y del papa continuaron la batalla. En 1122 alcanzó un acuerdo conocido como el Concordato de Worms. Éste estipulaba que la iglesia tendría el gobierno de la elección de obispos y abades, pero que el emperador ejercería inspección sobre las elecciones. En caso de disputa el emperador tendría el voto decisivo. El papa investiría a cada obispo o abad con los símbolos espirituales del oficio, el anillo y el báculo pastoral, mientras que al emperador se le permitiría tocar al candidato con el cetro para indicar aprobación imperial. Ni los papas ni los emperadores fueron fieles a este compromiso.
Más allá de las contribuciones del monasticismo, las Cruzadas, y el escolasticismo, la espectacular elevación del papado católico romano a las cumbres del poder en el período del siglo IX al decimotercero fue la obra de tres fuertes papas. Aun con todos los factores queexistieron, la Iglesia Romana no hubiera podido obtener el lugar que consiguió sin la iniciativa y la determinación de los fuertes hombres que la encabezaron.Gregorio VII (1073-85). — El primero de estos papas fue Gregorio VII, que es mejor conocido como Hildebrando. Bajo el programa de reforma de León IX, Hildebrando fue nombrado cardenal en Í049.
Antes de mucho él asumió la dirección en la política del gobierno papal y no la dejó hasta su muerte en1085. El se esforzó por cumplir tres principios: (1) eliminar la oposición interna al gobierno papal dentro de la Iglesia Romana; (2) liberar al papado de la influencia externa en la designación de obispos y en la elección de papas; (3) conseguircooperación de los gobernantes seculares para alcanzar los ideales del papado.
Las armas usadas por Gregorio para cumplir su programa fueron tanto espirituales como seculares. Al tratar con la oposición secular, la preminencia espiritual del papado tomó la forma de un garrote político. Se aceptaba generalmente que la salvación no existía fuera de la iglesia externa, que la salvación venía mediante los sacramentos, y que ninguna iglesia occidental podía observar apropiadamente los sacramentos a menos que estuviera en comunión con Roma. De esta manera, por todos conceptos prácticos, el papa controlaba la salvación. La manipulación de este poder formó la base de la coerción papal Cuando cualquier persona, por ejemplo, se rehusaba a obedecer al pontífice romano, se preparaba y publicaba un edicto de excomunión. Este cortaba oficialmente a una persona de la iglesia, y la separación incluía la salvación. La excomunión total era una cosa temible. No sólo el individuo era privado de la salvación, sino exponía a la pena a los que lo rodeaban. La misa no se podía tener en su presencia, y los que le dieran refugio de cualquier clase estaban sujetos a severa disciplina de la iglesia. Si el excomulgado era un gobernante, estaba dentro del poder de la iglesia liberar a sus súbditos de toda lealtad a él, abriendo de esta manera el camino para revoluciones políticas generales. Los gobernantes católicos leales eran invitados a contender contra el hereje y a apoderarse de su reino para ellos mismos, lo que les daba un doble incentivo.
Una segunda arma basada en el control de los vehículos sacramentales de salvación era la llamada "veda". En un sentido, la veda era la excomunión aplicada a una comunidad, fuera un pequeño pueblo o un gran reino. La veda cerraba las iglesias, que eran consideradas el único medio de salvación para la gente. El único ministerio que continuaba proporcionaba el bautismo (para traer a los niños a la iglesia y a la salvación) y la extrema unción (el sacramento que se administra al morir para preparar al individuo para el juicio. Se notará que la administración de estos dos sacramentos durante el período de veda, era un medio de mantener la fuerza de la iglesia si la veda era aplicada por un período largo.
Con estas armas, la excomunión y la veda, el poder papal podía aplicarse rápidamente en una manera práctica y política. Aun más: cuando los gobernadores civiles, eran propicios, los papas usaban su influencia para conseguir todavía otra arma coercitiva. Esta era conocida como “edicto”, por el cual los gobernadores civiles convertían en proscrita a la persona involucrada en desobediencia eclesiástica. La maquinaria del castigo secular podía entonces ser aplicada a los herejes.
Usando libremente estas armas, reafirmando las pretensiones de los decretos seudoisidorianos y de la Donación de Constantino, e invocando la autoridad del apóstol Pedro, Gregorio VII trajo rápidamente una efectiva reforma interna al gobierno papal y pronto empezó a hablar con voz autoritaria a todos los gobernadores seculares. Bajo su dirección los sínodos romanos se apropiaron el derecho de nombrar o designar a los papas quitándolo de las manos seculares y colocándolo en poder de los obispos cardenales y del clero cardinal. Además, a los reyes y príncipes seculares se les negó el poder de nombrar o poner a cualquier obispo. Estas medidas iban dirigidas a la eliminación de todo el poder secular en el nombramiento de los oficiales eclesiásticos y ponía ese poder directamente en las manos del gobierno papal.
Aun más: bajo Gregorio se ratificó un edicto que requería el celibato del clero. Esto significaba que ni los diáconos, los sacerdotes ni los obispos podían tomar esposas. Esto eliminaba la carga financiera sobre la iglesia de proveer para las familias de los oficiales; hacía más grande la distinción entre el clero y los laicos; hacía más movibles a los clérigos, porque sin esposa ni familia el sacerdote u obispo podía moverse más rápidamente a cualquier lugar al que fuera enviado; aseguraba el derecho de la iglesia de nombrar al sucesor de un obispo sin. Influencia familiar en caso de que el hijo de un obispo fuera clérigo y deseara el puesto; y hacía a la iglesia heredera de las posesiones de la mayoría de sus clérigos, porque así ellos no tenían a nadie más a quien pudieran dejar sus posesiones terrenales cuando murieran.
El papa Gregorio usaba libremente la veda en su esfuerzo por establecer el poder papal. El enviaba delegados (o representantes) a cada gobierno civil para proteger los intereses papales en los diversos países. Tal vez el triunfo mas grande vino en su cumplimiento de los decretos de los sínodos en cuanto al nombramiento y postura de un obispo por poderes seculares. En ésta lucha el papa peleó contra una práctica antigua y popular. Se recordará que en el feudalismo; el soberano o señor del feudo era el único gobernante en su propio dominio. Si sucedía que un obispo servía en ese dominio, el obispo debía jurar lealtad a este gobernante; secular. Si el obispo moría, usualmente el soberano nombraba a alguien mas para ese oficio, de su propio dominio. Puesto que el poder papal estuvo tan comprometido durante los siglos de anarquía y feudalismo que siguieron a la caída de la línea carolingia, por generaciones no se elevo ninguna protesta por esta situación. Sin embargo, ahora el papa Gregorio se negaba a permitir que los obispos fueran nombrados, puestos o gobernados por el poder secular. El sínodo romano de 1075 reiteró este principio negando al mismo emperador el derecho de nombrar e investir obispos.
Muy pronto sobrevino una prueba. Enrique IV (1056-1106), el emperador alemán, no podía discernir, el cambio dé, situación. ¿No habían nombrado sus antecesores hasta a los papas hacia menos de un siglo? ¿No habían estado de acuerdo solemnemente los papas en que el emperador tuviera para siempre el derecho de nombrar hasta al obispo de Roma? Así pues, cuando un obispado quedaba vacante en la parte norte de Italia, el emperador nombraba inmediatamente un sucesor y lo instalaba en su oficio. Cuando el papa Gregorio negó la validez de la acción, el emperador declaró vacío el oficio papal Sin embargo un siglo había hecho una gran diferencia. Ahora el papa, con su prestigio restaurado, lanzó su pavorosa arma de excomunión contra el emperador, Liberando a los súbditos del soberano de su fidelidad. Más desde un punto de vista político que religioso, el emperador hizo una peregrinación al sur para pedir el perdón del papa y conseguir su restauración a la iglesia. Mientras tanto el papa había partido hacia el norte, a Alemania, para continuar la lucha. Se encontraron en Canossa, donde el emperador permaneció fuera del castillo, descalzo en la nieve, por tres días, implorando el privilegio de pedir el perdón del papa. Al ser admitido, él prometió ser obediente y fue restaurado en la comunión.
La humillación del emperador fortaleció su influencia sobre su gente; a pesar de su rehabilitación, el emperador declaró la guerra contra el papa y triunfó al llevarlo al exilio a morir en 1085. Los sucesores del emperador y del papa continuaron la batalla. En 1122 alcanzó un acuerdo conocido como el Concordato de Worms. Éste estipulaba que la iglesia tendría el gobierno de la elección de obispos y abades, pero que el emperador ejercería inspección sobre las elecciones. En caso de disputa el emperador tendría el voto decisivo. El papa investiría a cada obispo o abad con los símbolos espirituales del oficio, el anillo y el báculo pastoral, mientras que al emperador se le permitiría tocar al candidato con el cetro para indicar aprobación imperial. Ni los papas ni los emperadores fueron fieles a este compromiso.