Es significativo que los factores que contribuyeron a establecer el prestigio del papado romano también cooperaron para producir su caída. La misma altura que por varios siglos alcanzó la monarquía pa¬pal era una garantía de que debía haber una declinación. Los gobernadores seculares no podían dejar de ver que el papado era una insti¬tución de este mundo, no del siguiente. La política papal era con frecuencia codiciosa y perversa. A pesar de las declaraciones de que el caudillaje romano no podía equivocarse, los soberanos civiles vieron muchos ejemplos de errores de doctrina y política. La admisión papal de las Cruzadas y la Inquisición fueron ejemplos. La trágica matanza de incontables cientos de miles de hombres, mujeres y niños en la infructuosa marcha hacia Jerusalén, hizo recapacitar a muchos. ¿Qué podía tener que ver la voluntad de Dios con esta clase de empresa política?
Los nobles alemanes se negaron terminantemente a ir, no obstante las promesas papales del completo perdón de los pecados. Los papas eran lentos para ver que la pasión exaltada ya había muerto, y que sus continuas súplicas por nuevas cruzadas, y su colección de do¬nativos e impuestos pretendidamente para tales cruzadas, disgustaban a la gente espiritual y reflexiva. Además, el escándalo romano de los albigenses y la adopción de las más crueles torturas en la inquisición, fueron un repugnante descubrimiento del carácter del papado. Con¬forme la Inquisición se extendió por todas partes de Europa, la tiranía de Roma se volvió más y más visible. El temor había sido siempre una parte importante en el dominio del pueblo por la Iglesia Romana, y ahora al temor del purgatorio, de la excomunión, de la veda, del edic¬to, y de los celosos cruzados, se añadía la pesadilla de la acusación de herejía, contra la cual no había defensa. La brutalidad de todo el mo¬vimiento profetizaba la caída de tales monarcas tiranos, fuera en la es¬fera eclesiástica o en la secular.
Los nobles alemanes se negaron terminantemente a ir, no obstante las promesas papales del completo perdón de los pecados. Los papas eran lentos para ver que la pasión exaltada ya había muerto, y que sus continuas súplicas por nuevas cruzadas, y su colección de do¬nativos e impuestos pretendidamente para tales cruzadas, disgustaban a la gente espiritual y reflexiva. Además, el escándalo romano de los albigenses y la adopción de las más crueles torturas en la inquisición, fueron un repugnante descubrimiento del carácter del papado. Con¬forme la Inquisición se extendió por todas partes de Europa, la tiranía de Roma se volvió más y más visible. El temor había sido siempre una parte importante en el dominio del pueblo por la Iglesia Romana, y ahora al temor del purgatorio, de la excomunión, de la veda, del edic¬to, y de los celosos cruzados, se añadía la pesadilla de la acusación de herejía, contra la cual no había defensa. La brutalidad de todo el mo¬vimiento profetizaba la caída de tales monarcas tiranos, fuera en la es¬fera eclesiástica o en la secular.
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