Bajo la dirección del Espíritu Santo se inició una nueva dirección en el testimonio, con el principio de los viajes misioneros de Pablo y Bernabé. Pablo es la figura central en cuando menos tres grandes viajes misioneros entre los años 45 y 58, hasta que fue apresado en el templo de Jerusalén.
Durante esos trece años él escribió dos cartas a la iglesia de Tesalónica, dos a la de Corinto, una a los gálatas, y una los romanos. Después de su prisión en Roma en el año 61 d. de J.C., él escribió las cartas conocidas como Filemón, Colosenses, Efesios, y Filipenses. Probablemente fue puesto en libertad por cuatro o cinco años, pero no se conoce el límite de sus viajes durante este tiempo. Sus dos cartas conocidas como 1 Timoteo y Tito, fueron escritas durante este tiempo.
La tradición sugiere que él pudo haber ido hasta España en un viaje. Fue puesto prisionero otra vez en Roma alrededor del año 67. Inmediatamente antes de su muerte a manos de Nerón, escribió 2 Timoteo. Es muy posible que la tradición sea correcta al hablar de una extensa actividad misionera desplegada por otros apóstoles, pero tales relatos son muy pobres y muy lejanos de la ocasión para ser de mucho valor.
Es sabido que la actividad misionera de Pablo da cuenta de la fundación de prácticamente todos los centros cristianos importantes del primer siglo. A través de sus esfuerzos se establecieron iglesias en algunas de las ciudades más fuertes del imperio.
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