La primera fase del movimiento de reforma se terminó en 1555 cuando la Paz de Augsburgo acabó la lucha entre los católicos roma-nos y los Iliterarios (ahora llamados protestantes. El resultado inmediato fue una victoria para el luteranismo. El imperio secular reconocía ahora el derecho legal del luteranismo dé existir y extenderse. Esto estaba en marcado contraste con el cuadro de dos décadas antes, cuando el movimiento luterano, con su dirigente oficialmente juzgado como hereje y proscrito, siguió existiendo sólo porque el emperador Carlos V estaba muy ocupado peleando con Francia, con el papa y con los turcos, para suprimirlo. Pese a las vehementes protestas del papa, el luteranismo pudo propagar su fe osadamente. Parecía que el uso de la espada como medio de fijar jurisdicción religiosa había llegado a su fin.
Contemplando hacia atrás este período desde el presente punto de ventaja, sin embargo, puede verse que todos los factores señalaban otra guerra. En general, los siguientes asuntos produjeron el estallido de una nueva guerra entre católicos romanos y protestantes.
La Desunión Luterana. — Aunque el luteranismo estaba amenazado de extensión en las guerras esmalcáldicas que empezaron en 1546, los teólogos luteranos estaban peleando vigorosamente entre ellos en si terreno doctrinal. No es de sorprender que las controversias doctrinales ocurrieran entre los seguidores de Lutero. El rompimiento con la Iglesia Romana llevó a Lutero a acometer por nuevas direcciones de pensamiento. Algunas veces su naturaleza impetuosa lo impulsaba a hacer énfasis en ciertos aspectos de la teología hasta el extremo; otras veces se expresaba en términos que parecían contradecir lo que había dicho antes. Difícilmente tenía él tiempo de meditar en un plan de teología completo y consistente, sino que se veía forzado a producirlo poco a poco en varios escritos. Además, conforme se desarrollaba y maduraba en sus ideas reformadoras, con frecuencia cambiaba sus conceptos expresados hacía unos cuantos años o hasta unos meses antes.
Además, los diversos fondos y las ideas de sus prominentes seguidores, algunas veces no representaban en realidad a Lutero. Felipe Melanchton, por ejemplo, después de la muerte de Lutero en 1546, introdujo nuevos elementos y actitudes al movimiento, que representaban una divergencia de la posición general de Lutero. Como resultado, una violenta controversia interna hizo tambalear el luteranismo en el siglo XVI después de la muerte de Lutero, con varios príncipes seculares apoyando a este o a aquel teólogo en sus conceptos doctrinales. Estos príncipes luteranos no estaban en contra del uso de la fuerza para suprimir lo que ellos creían eran doctrinas luteranas equivocadas. No es de sorprender que los romanistas se animaran.
El Resurgimiento Católico Romano. — Mientras tanto, la Iglesia Católica Romana estaba ocupada también. Unificada y fortalecida con los reajustes internos del siglo XVI, la Iglesia Romana recuperó terreno y seguidores constantemente. La sociedad de Jesús proporcionó soldados preparados y celosos que se infiltraron en tierras y escuelas protestantes con efectos subversivos. Además, los príncipes católicos pronto empezaron a perseguir a los protestantes en sus terrenos. Esto fue particularmente cierto en Bavaria, Austria, Bohemia, y Hungría. No sólo fue detenida la defección de príncipes y clérigos católicos romanos al protestantismo, sino que la Iglesia Romana logró extensas e importantes victorias.
El Desafío del Calvinismo. — La Paz de Augsburgo (1555) había concedido al luteranismo el reconocimiento de religión legal, pero no dio reconocimiento a los seguidores de Juan Calvino, que se estaban volviendo numerosos y poderosos. El calvinismo se convirtió en rival no solamente del catolicismo sino también del luteranismo. Mientras los católicos romanos estaban robusteciendo sus fuerzas en los últimos años del siglo XVI, el luteranismo se envolvió en una amarga lucha con la Iglesia Reformada (el calvinismo). En muchos casos el calvinismo suplanto parcialmente al movimiento luterano, como en Polonia, Hungría, Bohemia y el Palatinado. Tal vez una explicación de por qué el calvinismo hiciera tan amplias incursiones era que el luteranismo había retenido mucho del sistema romano medieval. En tanto que el calvinismo era fuertemente antiromano, no tenía un Melanchton que procurara áreas de compromiso con el sistema católico romano. Además, Calvino rechazaba toda la tradición e insistía en un comienzo fresco desde las enseñanzas directas de las Escrituras. En adición, el sistema calvinista era más íntimamente consistente en sus enseñanzas y sus métodos. Su énfasis en la predestinación de Dios en la experiencia humana ponía hierro en las amias de los hombres al combatir el sistema romano.
Violaciones del Tratado de Augsburgo. — El papa nunca había estado de acuerdo con el Tratado de Augsburgo de 1555. Muy naturalmente sus seguidores 110 fueron escrupulosos de ninguna manera para observar el derecho legal de los luteranos. Tampoco tenía el papado toda la culpa. Los luteranos también eran culpables. La unión de la iglesia y el estado, practicada a través de los siglos por la Iglesia Católica Romana y adoptada por el luteranismo, el zwinglianismo, el calvinismo, y el anglicanismo, convirtió en un imperativo para ellos el uso de las armas militares y políticas para el adelanto de cualquier movimiento que fuera parte del interés nacional. Bajo esta filosofía, las diferencias religiosas eran consideradas como amenazas políticas y militares. Las violaciones flagrantes del Tratado de Augsburgo eran excusadas con base en el interés nacional, y llevaban inevitablemente a la guerra.
Rivalidad Política. — Cuando finalmente vino la guerra, presentó una escena confusa. Con frecuencia los intereses políticos tenían prioridad sobre las creencias religiosas. La Francia católica y la España católica no podían pelear del mismo lado por su rivalidad política. Los príncipes protestantes consideraban primero los factores políticos antes de tomar las armas y escoger partido. Consecuentemente, aunque la lucha era básicamente entre católicos romanos y protestantes, la Guerra de los Treinta Años produjo extrañas alianzas y motivos dudosos.
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