Las Escrituras conectan a Pablo, pero no a Pedro, con la iglesia de Roma. La tradición de que Pedro fue pastor en Roma por un cuarto de siglo es muy tardía, y algunos escritores católicos romanos sobresalientes admiten que no puede probarse. Aun más: la pretensión romana de autoridad basada en esta tradición no se reclamó hasta el Siglo V. Es decir, después que el obispo romano se hubo vuelto poderoso se reclamó el derecho a esgrimir ese poder en términos de la sucesión de Pedro. El obispo León I (440-61) le dio base escrituraria a toda la teoría. El pretendía que Pedro había sido el primer obispo de Roma, e interpretaba tres pasajes bíblicos para probar que Pedro había recibida la autoridad para regir todo el cristianismo.
El primer pasaje se encuentra en Mateo 16:18, 19. Este era interpretado para significar que Cristo edificaría su iglesia sobre Pedro personalmente, y que Pedro había recibido autoridad para atar y desatar las almas en una monarquía espiritual.
El segundo pasaje es Juan 21:15-17, que se interpretaba de manera que dijera que Pedro iba a ser el pastor principal y tendría la tarea de alimentar, cuidar y vigilar todas las ovejas de Cristo en el mundo.
El tercer pasaje es Lucas 22:31, 32, que era explicado para que significara que Pedro, después de haber sido restaurado por Cristo de sus errores, llegaría a ser el maestro principal de la cristiandad. La teoría argumentaba que Pedro esgrimía esta autoridad sobre los otros apóstoles; que él había pasado esta misma autoridad a su sucesor del Oficio de obispo de Roma, y que otros obispos, como otros apóstoles, estaban sujetos a la autoridad del obispo romano.
El reconocimiento de las pretensiones de primado del obispo León por las autoridades imperiales y eclesiásticas, basadas en la tradición de Pedro, dan base para creer que León fue el primero de los papas católicos romanos.
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