Durante los siguientes siglos después de la era apostólica los escritores cristianos pelearon ferozmente contra este sistema que negaba la verdadera deidad tanto como la verdadera Humanidad de Cristo. Los principales escritores en contra del sistema fueron Ireneo (alrededor de 130-202) y Tertuliano (160-220). Ireneo había sido discípulo de Policarpo en Asia Menor, y éste a su vez. Se había sentado a lo pies del apóstol Juan. Tal vez algo del fuego que ardía contra los gnósticos en el corazón de Ireneo había sido encendido por Juan. Ireneo mudó de Asia Menor a Francia, y en 177 se convirtió en obispo Lyon. En 185, con amplia experiencia y concienzuda erudición, escribo su obra principal, titulada Cinco Libros Contra las Herejías dirigida casi totalmente contra los gnósticos. Su refutación del sistema gnóstico fue cuidadosa y eficiente.
Tertuliano era un apasionado abogado romano del norte de África antes de su conversión al cristianismo el año 180. El se convirtió en un montanista alrededor del año 200. Sus escritos son agudos y provocan el pensamiento. El atacaba prácticamente a todo oponente del cristianismo— a los paganos por su idolatría, a la persecución, y el derramamiento de sangre; a los herejes por mantener conceptos inadecuados de la Trinidad; a los judíos por no venir a Cristo, y al sistema gnóstico descrito antes. La influencia del gnosticismo sobre el cristianismo fue tremenda En la superficie, el hecho mismo de que los cristianos contestaran le ataques del gnosticismo proveyó una valiosa fuente de literatura qué reflejó la condición del cristianismo en el segundo y tercer siglos. Más allá de su interés literario, el gnosticismo obligó al cristianismo a de finirse a sí mismo. Si, decían en efecto los gnósticos, el cristianismo no es lo que nosotros decimos, entonces ¿qué es? Así llegó a ser necesario que el cristianismo definiera sus elementos esenciales. Esto se hizo varios años.
En primer lugar, bajo la dirección del Espíritu Santo, las varias iglesias reunieron los escritos de los apóstoles y de los cristianos primitivos y formaron el canon (regla), o escritos inspirados. Estos escritos han sido probados en el crisol de la vida diaria. Es cierto que un concilio de iglesias no reconoció está colección oficialmente hasta algún tiempo después, pero por los escritos de varios líderes cristianos parece que los cristianos de este, período reconocieron como inspirados los libros que ahora están incluidos en el Nuevo Testamento.
En segundo lugar, los cristianos empezaron a preparar cortas declaraciones de fe que podían ser aprendidas de memoria con facilidad. Uno de los credos o declaraciones de fe más primitivos data la cerca del segundo siglo, y dice como sigue: Creo en Dios el Padre Todopoderoso, Y en Jesucristo su Hijo, Que nació de la virgen María, Crucificado y sepultado bajo Pondo Pilato, Que resucitó de la muerte el tercer día, Subió a los cielos, Está sentado a la diestra del Padre, De donde vendrá a juzgar a los vivos y a los muertos. Y creo en el Espíritu Santo, (y) en la resurrección de la carne.
Puede notarse que esta declaración es una respuesta directa a los reclamos de los gnósticos en que su énfasis está en el verdadero cuerpo terrenal de Cristo, su crucifixión, y la resurrección del cuerpo de los cristianos— todo lo cual era completamente antagónico a la doctrina gnóstica.
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