Entre el primero y el segundo viaje misionero, Pablo y Silas asistieron a un concilio en Jerusalén (alrededor del año 50). Santiago presidió la reunión, y varios discutieron el asunto de si un hombre necesita hacerse judío primero para ser cristiano. Después de que varios hubieron hablado, incluyendo al apóstol Pedro, Santiago dio su decisión de que cualquier gentil podía encontrar la salvación por la simple fe en Cristo, sin pasar por el judaísmo.
En este concilio Pablo declaró osadamente que una persona no necesita hacerse judía, antes de convertirse en cristiana, y presentó a Tito, uno de sus conversos, como prueba. El concilio estuvo de acuerdo en que Pablo tenía razón, y Santiago, que presidía el concilio, preparó un decreto para ese efecto. Los judaizantes no hicieron caso del concilio.
Durante este período, que se cierra con la muerte del apóstol pablo en Roma el año 68 d. de J.C., se escribieron otros nueve libros que son parte del Nuevo Testamento. Ellos fueron Santiago, Marcos, Mateo, Lucas, Hechos, 1 Pedro, Judas, 2 Pedro, y Hebreos, posiblemente en ese orden.
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