Dos importantes falsificaciones fueron usadas efectivamente por los papas romanos durante este período. La primera era conocida como
Este documento espurio declaraba que cuando el emperador Constantino había cambiado su capital a Constantinopla en 330, le había dado al obispo de Roma soberanía sobre todo el mundo occidental, y le había ordenado a todo el clero cristiano de ser obediente al obispo romano.( La falsificación era, tusca, porque tenía consideraciones históricas y literarias del Siglo VIII Probablemente fue producida alrededor del año 754 en un esfuerzo por inducir a Pepino el Breve y a sus sucesores a reconocer las pretensiones seculares del papado en Occidente. Fue una falsificación que tuvo éxito, porque no sólo hizo que Pepino le diera al papado la tierra de Italia conquistada a los lombardos, sino también hizo que sus sucesores reconocieran
La falsificación no fue descubierta hasta el Siglo XV, después que el documento había servido ya bien para su propósito.
El otro documento incluido en la misma falsificación era conocido como "Los Decretos Seudo-Isidorianos". Isidoro de Sevilla había coleccionado en el Siglo VII leyes y decretos genuinos y los había publicado como guía para acción futura. La falsificación de algunos decretos adicionales tuvo lugar un siglo después. Su propósito era elevar el oficio del papa contra las pretensiones de los arzobispos y metropolitanos citando los documentos primitivos en favor del papa. Fue usado oficialmente por los papas después de la mitad del Siglo IX. Para el tiempo en que se probó que era una falsificación en el Siglo XVIII, este fraude piadoso también había sido eficaz para establecer el poder del papa sobre la iglesia.
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