La controversia eutiquiana siguió como una reacción a la controversia nestoriana. Eutiques, un celoso monje cercano a Constantinopla, conmovido profundamente por las diferencias entre el obispo Cirilo de Alejandría y los nestorianos, tomó la posición de que después de la encarnación Cristo tenía sólo una naturaleza y que era la divina. El obispo León I de Roma se unió con el obispo Flaviano de Constantinopla para condenar a Eutiques. En una larga carta a Flaviano, León insistió en las dos naturalezas de Cristo.
En 449 el obispo Dioscoro, que había sucedido a Cirilo en Alejandría, hizo que se reuniera un sínodo en Efeso, en el cual, por la amenaza y la violencia, la teoría de Eutiques fue aprobada. León de Roma llamó a éste el "sínodo ladrón" y se negó a aceptar sus fallos, pero como el emperador Teodosio apoyaba a Eutiques, el obispo romano fue incapaz de actuar. En 450, sin embargo, Teodosio murió y su hermana favoreció el concepto romano.
Con la aprobación de ella se convocó otro concilio (reconocido como el cuarto concilio universal) y se reunió en Calcedonia en 451 Durante la reunión se leyó la carta de León a Flaviano, y los clérigos reunidos gritaron: "Dios ha hablado por medio de Pedro; el pescador ha hablado." En la definición doctrinal de la naturaleza de Cristo se siguió el criterio de León. La naturaleza de Cristo, dijo el concilio, era la misma de Dios en cuanto a deidad y la misma del hombre en cuanto a humanidad; Cristo es una persona en dos naturalezas unidas "sin confusión, sin cambio, sin división, sin separación".
El sentimiento de superioridad aun sobre un concilio universal fue revelado por el obispo León de Roma. En deferencia al poder político de Constantinopla, el obispo de esa ciudad, aunque sin tradición apostólica, había sido reconocido como patriarca por el concilio de 381 en Constantinopla, y el concilio de Calcedonia de 451 declaró en su canon veintiocho que el obispo de Constantinopla tenía autoridad igual a la del obispo de Roma. León se negó a aceptar esta decisión del concilio ecuménico declarando que él no reconocería al obispo de Constantinopla como su igual. El prefería gobernar solo.
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