La Invasión Mahometana. — Los primeros años del siglo séptimo Produjeron un movimiento religioso y nacional que estaba destinado a afectar el cristianismo, tanto en Oriente como en Occidente, por casi mil años. Su fundador fue Mahoma (570-632), que en su juventud había sido un caballero y mercader en la Meca, Arabia. En sus viajes por Palestina, Mahoma tuvo gran oportunidad de observar las religiones judía y cristiana y ver la influencia de la cultura griega y el gobierno romano. En 610 él proclamó una nueva religión que era una mezcla de elementos judíos, cristianos, griegos y romanos, junto con ideas y énfasis árabes. Su sistema incluía profetas del judaísmo (como Abraham y Moisés) y del cristianismo (Cristo), y líderes militares sobresalientes de la historia pagana. El último y más grande profeta de Dios; sin embargo, era Mahoma, quien supuestamente era el Espíritu Santo prometido por Cristo.
El sistema mahometano era completamente fatalista—todas las cosas ya estaban determinadas. Las buenas obras de un individuo prueban que ha sido elegido para un paraíso de gozo sensual y carnal Estas buenas obras incluían oración, ayuno, limosnas y guerra contra los incrédulos. Después de la muerte de Mahoma en 632, sus seguidores planearon la conquista del mundo. Atacando hacia el Occidente, los sarracenos invadieron Palestina y prácticamente todo el Oriente, excepto Constantinopla. Dentro de cien años ya habían conquistado todo el Norte de África, habían cruzado el Estrecho de Gibraltar hacia España, y se habían guarnecido para la batalla cerca de Tours, Francia,
En 732 Carlos Martel se enfrentó a ellos en batalla y los derrotó en un encuentro crucial que determinó la cultura de Europa. Siete años después, Carlos les infligió otra vez una severa derrota para salvar el continente europeo de sus devastaciones. Como resultado de este movimiento, todos los rivales orientales de Roma fueron arrollados, excepto Constantinopla, que estaba bajo constante amenaza de invasión. En todas partes donde los mahometanos gobernaban, el cristianismo se estancaba por la rigurosa represión. Inapreciables manuscritos y libros cristianos fueron destruidos por los invasores en Palestina y Alejandría.
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