Un breve resumen de las relaciones entre los diversos poderes seculares y la creciente iglesia romana proveerá ejemplos históricos de las varias razones de la oposición secular. Oposición del Imperio Romano Antes del 476 Los tres hijos de Constantino lo sucedieron en 337. Uno fue matado en batalla, uno se suicidó, y el tercero, Constancio, gobernó hasta 361. Constancio era un cristiano arriano, y su largo gobierno trajo represiones y antagonismo para el cristianismo niceno, que incluía a Roma. Es significativo que Atanasio, no el obispo romano, fue señalado como el blanco de la persecución del cristianismo niceno. El emperador Julián (361-63) era anticristiano en actitud y obra. Si Constantino hubiera sido un cristiano consistente (o sencillamente si siquiera hubiera sido cristiano), Julián muy bien hubiera llegado a respetar el cristianismo y a abrazarlo. El breve reino de Julián y la fundamental debilidad del refinado paganismo que él trató de introducir, mitigaron la fuerza de su antagonismo. La rivalidad básica entre la autoridad de la iglesia y la autoridad secular se hizo clara en este período. El muy influyente escrito de Agustín, La Ciudad de Dios, puso a las autoridades seculares y religiosas una contra la otra y magnificó su incompatibilidad.
Los papas del siglo V asieron su ideal, empezando muy pronto a describir la relación entre los dos poderes como dos espadas: la espada espiritual más grande que la espada secular.
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